Bouyeri volvería a cortar esa cabeza

El islamista fanático Mohamed Bouyeri le aseguró al tribunal que los juzga que volvería a matar al director de cine

Amsterdam (DPA) – El fiscal del Estado Frits Van Straelen se esforzó por no convertir en un show el juicio por uno de los asesinatos más sangrientos de la historia de Holanda. Más de cuatro horas duró su minucioso alegato en el juicio por el asesinato del director de cine Theo Van Gogh, un duro crítico del islam. Van Straelen apoyó su presentación con imágenes del lugar de los hechos en Amsterdam, pero no quiso mostrar las fotos más fuertes, explicó al inicio de su discurso, transmitido por televisión a todo el país. Sin embargo, la visión del cuchillo curvo especialmente afilado, con una hoja de 33 centímetros, hizo estremecer a más de uno. Con él, el agresor cortó la garganta de su víctima – «con cuatro movimientos como de sierra», según la autopsia-, a la que ya había disparado ocho veces. Y el estremecimiento recorrió otra vez la sala del tribunal, fuertemente vigilada, cuando el acusado Mohamed Bouyeri dijo al final de la sesión que volvería a actuar de la misma manera.

El islamista fanático admitió el asesinato del 2 de noviembre del año pasado. El país estaba consternado. Por primera vez, había sido golpeado por el extremismo religioso. «En aquel entonces perdimos nuestra inocencia», dijo el fiscal. Y eso fue responsabilidad de este hombre, que se marginó a sí mismo de la sociedad y sólo quiere hacer valer su propia ley, añadió. Una ley, afirmó Bouyeri, que lo obliga a «cortar la cabeza» a todo aquel que ofenda a Alá o al profeta.

Cómo y por qué Bouyeri desarrolló su sanguinario mundo propio sigue siendo un misterio. Hace pocos años, el hijo de una familia de inmigrantes marroquíes era considerado un joven perfectamente integrado. Luego, tras la muerte de su madre, se fue centrando cada vez más en la fe y comenzó a interpretar de forma radical el islam.

En su casa y en las de sus amigos, los investigadores hallaron gran cantidad de material de agitación, fotos y películas de mutilaciones, decapitaciones y lapidaciones: una orgía de violencia contra desertores e infieles.

En los dos días de deliberaciones, Bouyeri se mostró controlado e indiferente, como desde su detención poco después del asesinato. Admitió los hechos, pero no dijo nada más al respecto.

Se negó a cualquier tipo de colaboración en una investigación psiquiátrica. Ante el tribunal tenía un abogado, pero éste no pudo presentar nada en su defensa.

Uno de los jueces no podía entender que Bouyeri aceptara la seguridad social pero al mismo tiempo rechazara la sociedad que le ofrece las libertades. «Usted no es un hombre de principios, es un oportunista», le dijo.

Al final de su quizá última intervención pública, Bouyeri sólo tenía la siguiente frase para sus jueces: «Nunca lo entenderán». En dos semanas, aceptará, seguramente sin comentarios, su sentencia.


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