Buen discurso, pero dejó dudas

John Kerry, acusado de ser demasiado cerebral, parco e indeciso, logró derretir el hielo que lo atrapaba al pronunciar esta semana un enérgico discurso ante 20.000 demócratas, en el cual aceptó el desafío de echar a George W. Bush de la Casa Blanca.

En el mejor momento de su carrera política, el aristocrático senador de Massachusetts, de 60 años, educado en Nueva Inglaterra y Suiza, hizo todo lo que pudo para transmitir con más efectividad y pasión que la acostumbrada su mensaje a un electorado estadounidense que aún duda: si es electo el 2 de noviembre, protegerá al país y le devolverá la credibilidad perdida en Irak.

No es carismático como su compañero de fórmula, John Edwards, ni logra la empatía con el pueblo que consigue fácilmente el ex presidente Bill Clinton, ni es un gran orador.

Pero el jueves, el héroe de Vietnam se mostró más desacartonado, cálido y decisivo. Y hasta sudó un poquito. Por momentos, Kerry logró desterrar su aspecto de patricio intelectual y aparecer más humano al relatar anécdotas de su niñez y de sus padres, y al hacer referencias directas a su familia.

«Por primera vez, Kerry parece un hombre que sabe cómo reírse de sí mismo», estimó The New York Times. «Su discurso fue sólido, tenía una pose presidencial», dijo David Corbin, experto de New Hampshire.

Kerry se defendió de los críticos que le acusan de decir un día una cosa y otro día otra y se esforzó por mostrar que tiene la determinación y firmeza necesarias para liderar al país en tiempos de guerra. «Sé que hay algunos que me critican por ver complejidades. Y las veo porque algunos temas no son simples. Decir que hay armas de destrucción masiva en Irak no hace el tema simple. Decir que podemos ir a una guerra sin comprometer los recursos necesarios no la hace simple. Y proclamar 'misión cumplida' ciertamente no la hace simple», les respondió.

Kerry dispersó las últimas dudas sobre cuál será el tema central de la campaña: su larga exposición sobre la guerra y el terrorismo probaron que será la política exterior y de seguridad . «Soy John Kerry, presentándome a servicio», dijo sonriente pero en tono militar cuando apareció en el Fleet Center.

Aunque la mayoría de las veces lo hizo de manera indirecta, atacó fuertemente a Bush y dijo que Estados Unidos volverá a ganar con él «prestigio y credibilidad».

El mensaje de Kerry fue: quiere un Estados Unidos militarmente fuerte que en caso de necesidad pueda defender sus intereses y valores en todo el mundo.Pero también quiere una nueva política sin improvisaciones, y considera que la búsqueda de diálogo y alianzas deben acabar con el creciente aislamiento de EE.UU. en el mundo.

Pero los editorialistas estadounidenses también lamentaron que no haya sido más preciso, particularmente en lo que concierne a Irak.

«Kerry habló con confianza y elocuencia, pero su discurso fue una decepción», afirma The Washington Post bajo el título «Oportunidad desperdiciada». «Pudo haber señalado la dura verdad, que las fuerzas norteamericanas deberán quedarse mucho tiempo más en Irak (…). En lugar de eso, eligió palabras tendientes a dar la impresión de que podría proceder a una retirada rápida y sin dificultades» de Irak.

El editorialista de The New York Times, pese a que le da una buena calificación a los planes de Kerry en materia de lucha anti-terrorista, lamenta que no haya «suministrado una visión clara sobre Irak». El diario también le reprocha que haya hecho propuestas «para llenar el ojo al prometer reducir los impuestos de las clases medias».

(AFP/DPA)

Nota asociada: ELECCIONES EN EE. UU.: Grandes giras abren la «fase caliente» de la campaña  

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