Buenas excusas 29-12-03
Luego de interminables meses cerca del cero, el termómetro de la confianza en el gobierno roquense inició en diciembre un proceso de alza.
El ascenso del mercurio es lento, pero no hay razones para creer que en plazos inmediatos reaparecerá el descrédito.
Esta cosecha de adhesiones obtenidas por el intendente Carlos Soria comenzó en la campaña de setiembre, continuó después del 26 de octubre y se afianzó luego de asumir, hace 20 días. Y esas tres etapas tuvieron características diferentes, por lo tanto transparentan el diagrama de relaciones establecido por el jefe comunal para obtener los resultados pretendidos.
En primer lugar, el proselitismo lo llevó a golpear decenas de puertas en los barrios más humildes de la ciudad. Caminó calles de tierra, escuchó miserias, prometió ayuda y ganó. De otra manera hubiera resultado imposible, porque el peronismo sabía que el circuito del centro es afín a los intereses de la UCR.
Segunda instancia: captar la sintonía de la clase media, asegurando más limpieza en las calles y espacios públicos, dejando de lado el verbo agresivo y convocando a la unidad de todos los sectores para comenzar el proceso de recuperación.
Por último, ya sentado en la intendencia, llegó la hora de ejecutar las acciones planificadas y anunciadas en las semanas previas a la asunción. ¿Cómo hacerlo en un municipio con el parque automotor devastado, la planta de personal desacostumbrada a altas exigencias y con cotidianas apariciones de problemas que un candidato a intendente jamás pensaría que debe resolver?
Soria apeló entonces a ese único sector con el que no se había involucrado directamente: la clase con mayor poder adquisitivo.
No debe tomarse esta postura como una discriminación o utilización para la coyuntura hacia los demás sectores de la sociedad roquense, sino simplemente como un vínculo con aquellos que poseen medios suficientes para concretar proyectos o aportar su experiencia en el campo privado para que la comuna imite modelos exitosos de gestión.
Ahora bien, ¿cómo hacer para convocar a esos profesionales a una misma mesa sin que surja entre ellos una serie de prejuicios, conformados en su psiquis a partir de sucesivos proyectos conjuntos con el municipio que resultaron fallidos o directamente de la indiferencia de anteriores gobernantes hacia el núcleo empresarial?.
La única respuesta válida: la organización de la próxima Fiesta Nacional de la Manzana.
Medios de comunicación, empacadoras, exportadoras, comerciantes, agentes de turismo; todos están involucrados de algún modo en el evento.
La coincidencia sobre la necesidad de volver a levantar el estandarte roquense en el mapa festivo nacional hizo del cónclave entre empresarios y el intendente un éxito.
La primera reunión ocurrió hace diez días y los contactos entre funcionarios y empresarios no cesaron la semana pasada. Sin embargo, no todas estas conversaciones resultaron monotemáticas. Ocurre que Soria aprovechó la buena excusa de la Fiesta de la Manzana para ampliar el espectro del encuentro y recoger opiniones sobre otros males crónicos de la ciudad.
No le fue nada mal, porque escuchó un abanico de propuestas para mejorar la calidad de vida de los vecinos, pasando por la construcción de garitas en las paradas de colectivos hasta la optimización del servicio de agua potable en los barrios de la zona ribereña.
Teniendo como referencia la privacidad del primer encuentro, es posible que los empresarios cultiven el perfil bajo y Soria obtenga el rédito mayor cada vez que se concrete un proyecto surgido de esta articulación público – privada.
Qué más da, pensaron los que se sentaron a la mesa junto al intendente. Ellos también viven en Roca y padecen en sus autos la misma desorganización urbana que aquellos que recorren la ciudad en bicicleta.
Enhorabuena, los prejuicios quedaron de lado para unos y otros. Ojalá Soria tenga una lista de buenas excusas para pedir ayuda y, sin olvidar los deberes de cada uno, no se pierda el ámbito de cooperación creado para escapar al estancamiento.
Hugo Alonso
halonso@rionegro.com.ar
Luego de interminables meses cerca del cero, el termómetro de la confianza en el gobierno roquense inició en diciembre un proceso de alza.
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