Buenas y malas noticias

Por FRANCISCO TROPEANO

Especial para «Río Negro»

espués de duros años de sequía, por falta de precipitaciones en la cordillera, el panorama era preocupante: lagos con bajantes muy pronunciadas; embalses vacíos; ríos con caudales mínimos; arroyos secos; campos yermos; falta de agua y pasto para los animales y ausencia de energía para alimentar la red interconectada nacional. La noticia de fuertes nevadas en precordillera y cordillera, de mediados de otoño en adelante, con acumulaciones de nieve a niveles récord de hace veinte años, acompañadas de lluvias, recompuso la situación, trajo un gran alivio. Por cierto, una buena noticia para toda la región y el resto del país. También los cuadros de resultados de las empresas concesionarias reflejaron la buena noticia. ¿Por qué todo esto, que en forma gratuita nos brinda la naturaleza puede empañarse con malas noticias? «Por el deshielo, un tramo del río Neuquén crecerá 1.500%», decía una interesante nota del diario «Río Negro» del 27/9/05.

La texto refería que para poder canalizar el agua que el deshielo aportará este año al río Neuquén, sería necesario abrir las compuertas de Portezuelo y dejar pasar 17 veces más de agua que ahora, por el tramo del cauce histórico del río que va desde Añelo (Portezuelo) hasta el dique compensador de El Chañar. Puede ocurrir un deshielo abrupto, por efecto de las altas temperaturas constantes, lluvias torrenciales o persistentes en las cumbres, vientos, etc. Puede ocurrir también que el deshielo sea más paulatino. En cualquier caso habría que abrir las compuertas del dique compensador de El Chañar (con lagos llenos y escurriendo decenas de veces mayores volúmenes de agua por el dique El Portezuelo). De tal forma, el caudal del río Neuquén podría por varios meses registrar niveles muy altos, haciendo caso omiso de respetar un régimen de caudal menor en época de verano, cuando, precisamente la actividad agropecuaria riega abundantemente. Caudales que, incorporados a las napas, las elevarían sustancialmente, ya que su desagote en el río «rebota» contra el nivel alto del mismo. Resultado: incorporación de sales y perjuicio para las plantaciones del Alto Valle. Este mecanismo se completaría con lo que seguramente también podrá producirse con el Limay, recogiendo el río Negro su máximo nivel permitido en forma prolongada. Estas malas noticias, se reproducen por ciclos, con mayor o menos intensidad, como consecuencia anunciada, cuando se diagramó el sistema de El Chocón -Cerros Colorados, sin atender otros fines que la producción de energía y su transporte a miles de kilómetros, a los efectos de satisfacer exigencias de rentabilidad (que cambiando sus objetivos, como lo propusimos, hubieran multiplicado ganancias con desarrollo), para pagar el crédito del Banco Mundial.

Como bien se dice en la nota periodística, en el río Neuquén no hay presas que embalsen el agua del río, sino varias obras que conforman un sistema, que permite el desvío de su caudal en un punto, hacia los bajos o depresiones profundas de Los Barreales y Mari Menuco, las que están in

tercomunicadas. El dique El Portezuelo permite que el cauce del río Neuquén continúe a partir del embalse, con un caudal mínimo establecido, promedio de 13m3 p/s. ¿Cómo se desaguan los lagos Barreales y Mari Menuco? Mediante la presa de la central hidroeléctrica de Planicie Banderita, que turbina 720 m3 -máximo a erogar- ya que carece de vertedero. Si los lagos conformados por Los Barreales y Mari Menuco se llenan y su desagüe máximo es de 720 m3 con una creciente de magnitud, como se prevé, por el dique El portezuelo del Añelo habría que dejar escurrir hacia el tramo Añelo–El Chañar un caudal que puede ser 10 ó 20 veces superior al reglamento de 13 m3 p/s. Entonces, con más de 200 m3 p/s. ¿qué ocurriría aguas debajo de El Portezuelo y sobre todo en lo que se denomina «El bajo del Añelo», por donde cruzan innumerables ductos para el transporte del gas y petróleo?

 

Una curiosidad

 

El río Neuquén (río de estiajes y rápidas crecidas) con pronunciada caída de nivel desde su nacimiento hasta su desembocadura, arrastra arcillas, arenas, etc. En la entrada al lago Los Barreales, los sólidos suspendidos por metro cúbico de agua ingresada son muy altos, llegan a entrar por el derivador más de 10 gramos por m3. La cuestión es muy importante, porque un cálculo matemático sencillo, con los registros de agua entrante, desde que comenzó a llenarse el lago, permitiría determinar y cuantificar los metros cúbicos de sedimento depositados en la «palangana» del lago, los que lógicamente, restan capacidad proporcional de embalse, al tratarse de un proceso dinámico creciente. Claro está que esta información estará al día en los archivos de la Autoridad Interjurisdiccional de la Cuenca, y creo será necesario tenerla en cuenta para analizar las proyecciones de toda la problemática que estamos analizando. Porque a este fenómeno natural debe agregársele el ingreso de tierra arcillosa y sedimentos de arena por efectos del arrastre por erosión de lluvias en las estribaciones que coronan los lagos y los fuertes vientos.

 

Los daños previsibles

 

Si bien la posibilidad de destrucción de cañerías de la cuenca petrolífera Loma de La Lata en el Bajo de Añelo por irrupción violenta de caudales indicados más arriba es remota, es factible la posibilidad de que se deban escurrir por El Portezuelo más de diez veces el caudal máximo establecido; y además, que tal irrupción se mantenga durante un tiempo (uno o dos meses).

Si el deshielo, por cualquiera de las causas apuntadas, fuera abrupto, el Neuquén ingresaría a la Confluencia con su caudal máximo permitido, aún más, se pude combinar –y así parece que ocurrirá– con el río Limay; con lo que el río Negro podría llevar en primavera-verano 2.000 m3 p/s promedio. Creo que debemos prepararnos para tal eventualidad. Si lo afirmado es previsible y posible, y las autoridades de la Cuenca no lo desmienten, sería razonable que se adoptaran inmediatamente las medidas conducentes a impedir o minimizar los daños a personas y bienes.

El daño se producirá, aunque no estoy seguro de su magnitud; pero no exagero si calculo que unas 5.000 hectáreas se verán afectadas por la elevación de las napas freáticas y se incorporarán a las ya calculadas o estimadas de 13.000 hectáreas salinizadas en todo nuestro Alto Valle. Esto es consecuencia directa del sistema de presas y «usinas de punta», diseñado para el complejo Chocón-Cerros Colorados en los años setenta, con el único y fundamental destino de generar energía y transportarla a los conglomerados urbanos de Buenos Aires y su estuario regional portuario, maximizando ganancias, con radicaciones industriales y de servicios, funcionales al crecimiento dependiente agro-exportador primario del país. En sus momento así lo graficó el pragmático Mr. Rockefeller al decirle y preguntarle a nuestros representantes: «¿Para qué quieren en la Patagonia la electricidad?» e insistió: «¿Para iluminar a las ovejas?» Tenía razón, con los años que vinieron luego, mal podían las ovejas (su lana y carne) pagar el crédito del Banco Mundial, que es lo que -entre otras cosas- le preocupaba a Mr. Rockefeller.


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