Bush y Sharon esperan un cambio en las relaciones
El premier israelí afirmó que quiere negociar con la nueva conducción. Estados Unidos ve ahora una "oportunidad para la paz". En el Estado judío la noticia fue recibida con preocupación.
Estados Unidos y el primer ministro israelí Ariel Sharon ven en la muerte del líder palestino Yasser Arafat la oportunidad de un «cambio histórico» en Medio Oriente.
Sharon, pocas horas después de la notificación oficial de la muerte del líder palestino desde París, declaró su intención de negociar rápidamente una solución pacífica al conflicto con la nueva cúpula. Pero esos sueños de una solución que favorezca a Israel tras la muerte del «rais», calificado una y otra vez de «obstáculo para la paz», podrían revelarse fácilmente como una conclusión errónea.
Los expertos en Israel y en los territorios palestinos consideran que a la nueva cúpula que sustituye a Arafat le resultará más difícil imponer compromisos. En Israel, la muerte de Arafat fue recibida con sentimientos encontrados e incluso una cierta preocupación.
Entre los israelíes de ultraderecha y algunos familiares de víctimas del terrorismo provocó un auténtico júbilo. «Estoy muy feliz, éste es un buen día para mí», decía el viudo de Revital Ohayon, quien murió hace exactamente dos años junto con sus dos hijos en un atentado palestino contra un kibbutz israelí cuando dormían en su cama. Su marido considera a Arafat un monstruo.
«Firmó de su propia mano el cheque para los instigadores del atentado», afirma con amargura. También el ministro de Justicia, Josef Lapid, quien lo llegó a calificar de «terrorista árabe», se manifestó satisfecho con la muerte del líder palestino. «Le odiaba por la muerte de israelíes y por el hecho de que no permitió un acuerdo de paz».
A su turno, Estados Unidos afirmó que está dispuesto a intensificar sus esfuerzos de paz en el Medio Oriente luego de la desaparición de Arafat, al cual consideraba un gran obstáculo, aunque subsisten muchas incógnitas para Washington.
Unas horas antes del deceso de Arafat, el presidente George W. Bush, quien mantuvo al dirigente palestino a un lado, afirmó que el surgimiento de una dirección palestina democrática sería «una oportunidad para la paz».
También ayer su secretario de Estado, Colin Powell, sos
tuvo que «haremos todo lo que podamos para apoyar y ayudar al pueblo palestino a ir hacia la paz durante este periodo de transición».
Los dirigentes estadounidenses, conscientes de la emoción provocada en el mundo árabe por la muerte del representante emblemático de la causa palestina, trataron de esquivar toda polémica al evocarlo.
El mandatario republicano, quien rechazó recibirlo en la Casa Blanca, estimó ayer que «la muerte de Yasser Arafat era un momento importante en la historia palestina».
Elogio de Powell
Powell, por su parte, lo valoró como «un personaje significativo en la historia de la región y del mundo» que encarnaba la esperanza y el sueño de un futuro de un Estado palestino independiente».
El departamento de Estado decidió enviar a las exequias en El Cairo, Egipto, al secretario de Estado adjunto encargado del Medio Oriente, William Burns, que sostuvo encuentros con Arafat en varias ocasiones.
(AFP/DPA)
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