Caepe Malal hizo del pesebre viviente una fiesta
Llegaron 500 personas al evento que desde hace 17 años organiza la escuela albergue.
CAEPE MALAL (ACHM).- El paraje Caepe Malal fue escenario de un pesebre viviente, organizado por la comunidad educativa de la Escuela Albergue 331, donde unas 500 personas participaron del acontecimiento. Se llevó a cabo el lunes al aire libre, aprovechando las bondades que ofrece ese lugar del norte neuquino, rodeado de alamedas y con el imponente marco que le brinda la Cordillera del Viento donde se puede apreciar la inmensidad del cielo estrellado.
Los chicos de la escuela son los verdaderos protagonistas y ensayan durante horas para que el pesebre sea todos los años un espectáculo digno de ser apreciado y un evento que reúna a toda la familia.
Hace diecisiete años nacía en la escuela la iniciativa de terminar el ciclo lectivo de este establecimiento albergue con un pesebre viviente, que en principio congregaba a las familias rurales que viven en las cercanías.
Poco a poco comenzó a tomar trascendencia y hoy es orgullo de esta comunidad que todos los 8 de diciembre realiza el pesebre viviente, único en el norte neuquino por la calidez de su gente, el paisaje y la escenografía que se monta para poder concretarlo.
«En la sencillez de un pesebre nace la luz que nos guía» fue el lema que este año congregó a unas 500 personas que llegaron hasta el paraje Caepe Malal, a 35 kilómetros de Chos Malal, para participar.
No sólo vecinos del lugar, sino también de parajes cercanos y de Chos Malal llegaron para buscar su ubicación y participar del evento, que comenzó alrededor de las 21 con una banda de músicos de la zona y baile campestre, mientras los espectadores iban buscando ubicación para apreciar la reproducción del nacimiento de Cristo.
Mientras el espectáculo musical se llevaba a cabo, los chicos esperaban ansiosos el toque de la campana escolar que era la señal para irse a cambiar y comenzar con el pesebre que cuenta con la participación de medio centenar de actores entre alumnos, ex alumnos, docentes y vecinos.
Escenario majestuoso
«Dejate acariciar por la brisa, cobijate con el cielo y la luz de las estrellas», define en cierta manera el espacio geográfico donde se realiza el pesebre. Se trata de un predio cercano a la escuela , rodeado de una añeja y frondosa alameda que sólo deja espacio para ver el cerro que se alza al costado de la Ruta 41 y desde donde se realiza un camino de antorchas para que la concurrencia pueda apreciar la bajada de María y José, como así también de los reyes magos Melchor, Gaspar y Baltazar.
Si uno alza la vista puede mirar un cielo estrellado como sólo puede observarse en el norte neuquino, que en dos momentos cruciales se confundió con los fuegos artificiales que dejaron atónita a la concurrencia.
Los fuegos artificiales marcaron el nacimiento del niño Jesús y el final del pesebre, con cánticos de Navidad y augurios de un año mejor. En el predio la gente pudo disfrutar de las empanadas fritas en oyeta, al mejor estilo campesino, además de choripanes y bebidas frescas.
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