Nuevos aires en la narrativa argentina

Elsa Drucaroff analiza ediciones de 1990 al 2007.

En “Los prisioneros de la torre”, la escritora y ensayista Elsa Drucaroff elude la tentación fáustica de construir un canon para concentrarse en un elogio de la nueva narrativa argentina que explotó a partir del 2001, con un envión precedente, en muchos casos por fuera de los circuitos de legitimación y publicación clásicos. El libro, publicado por el sello Emecé, supone un trabajo exhaustivo sobre un corpus literario que arranca en 1990 y termina en 2007. “Los prisioneros de la torre son aquellos que les tocó ser jóvenes después de la masacre de la última dictadura militar”, explica la autora en diálogo con Télam. Y agrega: “Prisioneros… es una metáfora de José Ortega y Gasset: las generaciones -para el pensador español- no representan un hecho biológico sino cultural. Las generaciones no se suceden de un modo horizontal: los más jóvenes dependen de los que están abajo, como en una torre humana”. En el libro, dice Drucaroff, “hablo de la generación posterior a la mía y diría de las que siguieron… hasta ahora, cuando las cosas están empezando a cambiar porque existen las condiciones para que haya un cambio”. Si bien el concepto “generación” es problemático, la autora insiste que el uso en el libro es más descriptivo que filosófico, sin dejar de ser político. La ensayista es crítica, escritora y docente de Letras. Su tesis doctoral, “Otro Logos. Signos, política, discursos”, será defendida este año en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde dictó seminarios sobre nueva narrativa argentina. Publicó los ensayos “Mijail Bajtin. La guerra de las culturas” y “Arlt, profeta del miedo”, y las novelas “La patria de las mujeres”, “Conspiración contra Güemes”, “El infierno prometido” y “El último caso de Rodolfo Walsh”. Además, dirigió “La narración gana la partida”, volumen 11 de la “Historia crítica de la literatura argentina” que dirige Noé Jitrik. Drucaroff arranca a principios de los 90, con una supuesta querella cuando el grupo Shangai (Martín Caparrós, Alan Pauls, Luis Chitarroni, Jorge Dorio, Daniel Guebel, Sergio Bizzio) funda la revista “Babel”. Ese movimiento es especular a la aparición de la Biblioteca del Sur que dirige Juan Forn en la editorial Planeta (donde tallaban fuerte Rodrigo Fresán, Guillermo Saccomanno y Marcelo Figueras). “Esa querella nunca existió; es un invento simplificador y retroactivo de cierta mirada académica. Pero es parte de un teatro donde los escritores de ‘Babel’ representaban al ‘prestigio’ de la literatura y los otros al mercado”, avanza Drucaroff. “Por supuesto, eso es insostenible, a pesar de los cruces que todavía siguen lanzándose. Se olvida, por ejemplo, que el primer libro que publica Biblioteca del Sur es de Fogwill, ‘Muchacha punk’. ”Y que le siguen ‘El jardín de las máquinas parlantes’ de Alberto Laiseca y Matilde Sánchez, que podrían considerarse ‘babelianos’. Y Elvio Gandolfo, que es un extraterritorial”. ”Es más, se llegó a decir que unos eran narrativistas y los otros experimentalistas. Yo desafío a quien sea a encontrar narrativismo en la obra de Fresán, barroca, autorreferencial, que tiene mayor conexión con lo que la Academia considera experimental”, sostiene la investigadora. Está el caso de “Charlie Feiling, grandísimo escritor, considerado de “Babel”, un perfecto escritor de género, con guiños cultos, lo que sea, pero de género: policial, terror, aventuras. Y así hay muchos ejemplos”. (Télam)

Los narradores argentinos están inventando una gramática nueva para Elsa Drucaroff.


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