Carrió y el ARI, con sabor agridulce

La conductora del ARI, Elisa Carrió, se preocupó a lo largo de la noche por subrayar el lugar de tercera fuerza nacional que tímidamente conquistaba la agrupación tras las elecciones antes que enfocar en los resultados de la Capital Federal, donde las cifras estuvieron lejos de ser tan definitivos como pretendían.

El socialista Alfredo Bravo terminó en una carrera milimétrica con Gustavo Béliz, cuando en principio se pensaba en polarizar la elección porteña con el alincista Rofolfo Terragno.

Más allá del perfil que terminen de definir los números, las elecciones de ayer dejaron a Carrió con un sabor amargo.

Aún más, las consideraciones favorables que se reflejan en las encuestas pocas veces se traducen proporcionalmente en términos de votos.

Cuando la campaña marchaba hacia su culminación, Carrió advirtió a sus colaboradores que después de los comicios se abría una nueva etapa destinada a organizar la fuerza a lo largo del país.

Su crecimiento, hasta hoy, fue accidentado y desigual. De hecho, en Buenos Aires y la Capital Federal se apoyó escencialmente en la modesta estructura de Partido Socialista Democrático.

Entonces, cuando la segunda etapa del ARI comience, Carrió deberá tomar en cuenta las experiencias de las terceras fuerzas en la Argentina, que a lo largo de acuerdos equivocados y jugadas demasiado apresuradas se diluyeron en la historia.

En definitiva, el ARI tuvo ayer un nacimiento por debajo de sus aspiraciones más entusiastas, es decir, las que estallaron cuando los espectadores del país quedaron prendidos a las denuncias de lavado de dinero lanzadas por Carrió en el Congreso.

La diferencia entre la repercusión y los votos es la brecha sobre la cual deberán trabajar los responsables del ARI si pretenden en el futuro pelear en condiciones de igualdad contra los partidos tradicionales de la Argentina. (DYN)

Duhalde, el gran vencedor

El amplio triunfo de Eduardo Duhalde en Buenos Aires puede afianzarlo en la mesa chica de decisiones del PJ y perfilarlo para las presidenciales.

Con la victoria de anoche, demostró quién es el patrón del partido a nivel provincial, dejó en una incómoda posición al gobernador Carlos Ruckauf y se colocó en condiciones de reclamar una profunda renovación de las autoridades nacionales del PJ que hoy conduce Carlos Menem.

La condición de «detenido» de Menem, la profunda complicación de los suyos en la Justicia, la nueva realidad política nacional y la modificación del tablero interno podrían condenar al menemismo al comienzo de un proceso de destrucción final.


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