Ahorrar energía, sin más remedio

Fernando Aníbal Pardo

NEUQUÉN

De cumplirse los objetivos de las medidas de segmentación ideadas en la era Massa, debemos entender que los más de 4 millones de personas que no enviaron sus formularios requiriendo subsidio en las tarifas, tendrán el golpazo de la aplicación de tarifa plena, es decir no tendrán ningún subsidio. Pero los 9 millones de personas que -por necesidad la mayoría- pidió se le mantenga el beneficio, no es que pagarán valores similares a los actuales; tendrán un subsidio con un techo, un límite a determinar aún en porcentaje, con lo que el resto de la factura -supongamos un 60%- tendrá que ser pagado a tarifa plena.

Esto significa que las personas de clase baja o media verán aumentos, y no menores, en sus facturas, con lo cual no les quedará más remedio que ahorrar energía.

Este es el punto: un ahorro que debería ser extendido como una cultura social. Es a lo que les obligarán -por ejemplo- los gobiernos europeos a sus ciudadanos: usar en verano el aire a no menos de 27%, calefacción a 20 grados en invierno, apagar vidrieras de comercios a partir de determinada hora, semáforos apagados, duchas frías, etcétera.

Es lo que deberíamos hacer todos, ¿no?

El problema, particularmente en la Argentina, es precisamente la falta de cultura, fomentada desde edades tempranas; desde la familia y desde la escuela.

Tal vez esta segmentación sea el comienzo de una etapa que cambie las rutinas del dispendio al que nos hemos habituado.


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