El oscuro legado nazi

Fabián Wotnip

Buenos Aires

La historia de Karl Werner Paulmann, exjuez de las SS y pieza clave en el aparato judicial nazi, no es solo un capítulo más en la llegada de criminales de guerra a Sudamérica. Es un recordatorio de cómo las dictaduras y sus herederos han logrado insertarse en las estructuras económicas y políticas de la región, muchas veces sin enfrentar las consecuencias de sus actos.

Recientemente, investigaciones periodísticas han revelado el pasado oculto del patriarca del poderoso holding Cencosud, cuyo hijo, Horst Paulmann, es una de las figuras más ricas de Chile. Documentos históricos demuestran que Karl Werner Paulmann no fue solo “un prisionero de guerra”, como lo ha presentado la versión oficial, sino un alto mando nazi que llegó a Argentina en 1946 huyendo de la justicia alemana. Su papel en los tribunales de las SS y en la investigación de corrupción en Buchenwald lo ubican en el núcleo del sistema de exterminio y represión del Tercer Reich.

Su caso no es aislado. Durante décadas, Argentina, Chile y otros países de la región fueron refugio de criminales nazis que escaparon con la complicidad de redes de apoyo, incluyendo gobiernos y sectores de poder económico. En muchos casos, estos inmigrantes y sus descendientes no solo evitaron el castigo, sino que prosperaron, acumulando fortunas e influencia.

Es fundamental preguntarnos: ¿Hasta qué punto las estructuras empresariales actuales han heredado la impunidad de aquellos tiempos? ¿Cuántos otros nombres quedan ocultos en la historia no contada de América Latina?

La memoria y la justicia no pueden ser selectivas. La misma región que ha condenado crímenes de Estado recientes no puede ignorar el peso de su pasado.