Familia Saladino: “Nino”, un recordado hombre del automovilismo valletano

Sus nombres están inscriptos en la historia valletana por su trabajo en pos de estas tierras. Provienen de don Giovanni Saladino, italiano, de Nicotera, Calabria, que nació en 1897. Había llegado a la Argentina a la edad de trece años con su padre y hermanos: se instalaron en Las Flores, provincia de Buenos Aires. Un tiempo después regresó a Italia a participar de la guerra. Unos años después, en 1923, regresó a Argentina y fue al encuentro de su familia.

A pocos kilómetros de Las Flores, en Azul, conoció a María Josefina Vitale, nacida en 1903 y fallecida a la edad de ciento tres años en Neuquén en 2006. Se casaron en 1926 y se radicaron en Cacharí, donde desarrollaron la actividad hotelera: alojaban viajantes y maestras de las localidades cercanas. El matrimonio tuvo a Juan Bautista Cacho; Cayetano Nino y Francisca Chicha. En 1946, entusiasmados por un familiar, llegaron a la zona y se asentaron Villa Regina. Frustrada la actividad hotelera que los trajo acá, comenzaron a “trabajar la fruta”. La localidad los recibió con la amistad de Lucia y Domingo Bonadé y se entabló una entrañable amistad que perdura hasta hoy con sus hijos.

En 1948 la familia se instaló en Neuquén, sobre calle Corrientes 229, y fueron vecinos de don Félix Martínez, un recordado comerciante del Neuquén del siglo XX. En 1949 Giovanni falleció y dejó a doña Pepa con tres hijos de diecinueve, diecisiete y quince años de edad. Chicha y Juan comienzan a trabajar en la Tienda Buenos Aires, propiedad de la familia Judzik. Nino, por su parte, inició tareas en la gobernación y luego fue chofer de La Neuquina, recordada empresa de colectivos de aquellas épocas.

Con los años continuaron la actividad comercial con una pequeña tienda San Juan y luego tuvieron un negocio de repuestos de autos en Olascoaga y Mitre, Saladino Hnos.

Juan Bautista se casó con Irma Martínez, con la que tuvo cuatro hijos: Stella, Mónica, Alejandra (fallecida) y Juan Bautista. Cayetano se casó con Brunilda Serrano y tuvieron dos hijos, Juan Pablo y Liliana. Francisca se casó con Arturo Rubén Díaz y tuvieron dos hijas, Patricia y Graciela. Numerosos nietos y bisnietos completan la historia familiar. En la foto que acompaña el escrito vemos a doña Pepa con sus tres hijos Juan, Nino y Chicha.

Cayetano “Nino” se destacó por su pasión por los fierros y el automovilismo. Corrió por primera vez con un Ford T en el Barrio Sapere. Representó a esta provincia a nivel nacional en Turismo Carretera. Hoy su familia conserva su histórica coupecita: también fue referente de Torino. Cuando se alejó de las competencias siguió ligado a los fierros toda su vida como preparador. La prensa local estableció que su máxima satisfacción fue el Gran Premio del 62; recordemos que había debutado en la Vuelta de Olavarría, no había tenido suerte por un vuelco. Cuando falleció, hace diez años, escribieron “Se apagó el motor de Nino Saladino”, fue querido y respetado por el ambiente deportivo. Tuvo una confitería en calles Alcorta y Láinez que se llamaba Turismo Carretera, a media cuadra del taller cuando estaba ubicado sobre calle Alcorta; luego lo trasladó a Montevideo 348. Asimismo, tuvo distribuidora de helados.

Recibió el Premio Pehuén; fue declarado Ciudadano Ilustre de la ciudad neuquina. Su hermana Chicha sigue concurriendo al autódromo a alentar a su sobrino Juan Pablo, que heredó de su padre la pasión por el automovilismo.

Hoy homenajeamos a tan inspiradora familia porque en su nombre estamos homenajeando a todos aquellos pobladores que vinieron a trabajar a estas tierras valletanas y contribuyeron a su progreso. Sus descendientes continúan en la tarea.