Hermógenes Vera y familia: de La Rioja a la Patagonia

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Este mes en que Neuquén capital cumple 114 años de vida, quiero homenajear a una familia que se afincó de forma definitiva en el siglo XX.

La familia de Hermógenes Evaristo Vera conformó la cofradía de gendarmes arribados a estas lejanas tierras, en la década del 40, con el fin del custodio de las fronteras territorianas. En esta capital se creó la 12ª agrupación de esa fuerza de seguridad.

Hermógenes nació en Malanzán (La Rioja) en 1919 y falleció en 2002, en este Neuquén que lo cobijara tempranamente. Era hijo de Antolina Rosa Vera y de Panta Flores. Su infancia la transitó en aquella Quebrada de los Riveros, apacentando cabras, deleitándose con la miel silvestre y andando en burro. Entre sus recuerdos atesoraba los carnavales en Malanzán, “chayando, enharinado y con ramitas de albahaca”, solía decir. Apenas arribado a estas tierras de la mano de Gendarmería Nacional, en 1943 fue destinado a Piedra del Águila. Se casó con Emma Tappa, nacida en Santo Tomás (Neuquén) en 1920, descendiente de un expedicionario de la época de la conquista a la Patagonia, Pedro Tappa.

Hermógenes conoció a Emma en sus recorridas laborales y se casaron a principios de 1944. Y así, en esa senda territoriana (fue trasladado a Nahuel Huapi, San Martín de los Andes y Neuquén) fueron naciendo los hijos. Todos estudiaron, se recibieron y fueron su gran orgullo: Julio Evaristo, que nació en Piedra del Águila, se recibió de licenciado en Bioquímica; Alicia Rosa, también nacida en Piedra del Águila, es maestra especial; Dora Leonor nació en San Martín de los Andes y es profesora de Filosofía y Psicopedagogía; Gladis Inés nació en San Martín de los Andes y es contadora pública nacional; Dante Zenón, nacido en Neuquén, es veterinario; Pedro Rubén, nacido en Neuquén, es licenciado en Geología; Berta Emma, también nacida en esta capital, es bioquímica, master en Ciencias Químicas y profesora universitaria de Ciencias Químicas.

Esta prolífica familia les dio varios nietos, de ellos dos son ingenieros, otro geólogo, uno profesor de Artes Plásticas, dos médicos; todos estudiosos como sus padres y tíos. También tuvo varios bisnietos.

La casa que los albergó está en la calle Illía (entonces era Conquistadores del Desierto). Esa casa fue construida por Hermógenes haciendo de albañil junto a un constructor conocido don Domingo Frigo. Allí transcurrió la vida de don Hermógenes, quien siempre trabajó, hacía tareas administrativas en Stamaris –aún jubilado se dedicó a la venta de lotes y propiedades para una reconocida inmobiliaria, cuando aún estaba bastante despoblada–.

Fue un trabajador incansable, responsable, siempre dispuesto a ayudar a sus hijos para que estudiaran y a quien lo necesitara. Le gustaba bailar y tocar la armónica, con la que deleitaba con serenatas. Formó parte de actividades barriales tales como las de la comisión para la construcción de la capilla Nuestra Señora de Fátima de Villa Farrel, de la comisión barrial y del Club Sol de Mayo (que estaba en la calle Monseñor de Andrea). También formó parte de la comisión directiva del Círculo de Suboficiales de Gendarmería de Neuquén. Aquellos neuquinos que recuerden el “Rincón de Emilio” y la “Boca del sapo” sabrán que estos nombres dan cuenta de lugares en las bardas neuquinas que –en aquellos tiempos del siglo XX– rodeaban la capital. Allí aficionados a la pesca conformaban el Paraíso del Pescador, a orillas del río Neuquén. “Íbamos caminando desde casa hasta el río y una vez allí había que estar muy calladitos para no espantar la pesca”, recordaba el entrevistado. Así también como que “bagres, percas y algún arcoíris” eran los trofeos.

El álbum familiar establece que fue un hombre muy dedicado a la vida familiar.

¡Gracias por el amor a la familia!

Beatriz Carolina Chávez

DNI 6.251.256

Beatriz Carolina Chávez

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Formó parte de la cofradía de gendarmes arribados a estas lejanas tierras, en la década del 40, con el fin del resguardo de las fronteras territorianas.

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Formó parte de la cofradía de gendarmes arribados a estas lejanas tierras, en la década del 40, con el fin del resguardo de las fronteras territorianas.

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