Iglesia chica, iglesia grande

Viajando por la Ruta 43, en el norte de la provincia de Neuquén, en los primeros días de noviembre de 2018 pasé por un paraje llamado Cayanta.

En el lugar hay un grupo pequeño de casas de no más de treinta, desparramadas por un vallecito donde discurre un hilo de agua. Y observé que están terminando de construir una pequeña iglesia. El esfuerzo de sus pobladores y la fe que los fortalece han hecho realidad el tener un espacio donde manifestar sus creencias y sentimientos. Soy un hombre común, no practicante, que no concurre a lugares sagrados, pero mantengo mi propósito de vivir en gracia de Dios. Al pasar por la locación y ver la casa tan humilde, de nuestro señor, me he preguntado: ¿alguna vez el creador visitará la iglesia grande, donde hombres ornamentados actúan en su nombre? ¿Era necesario salir a pedirnos disculpas, queriendo justificar actitudes, si estas no son respetando la ley de Dios? Me avergüenzo de nuestros representantes clericales, que se han alejado del espíritu verdadero de nuestra Iglesia católica. Tengo setenta y cuatro años, y la fuerza suficiente para creer en un Dios sencillo que vive en la capillita de Cayanta.

Mario Jorge Durán

DNI 5.829.645

Mario Jorge Durán

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