Joaquín Vines

La carta destacada

Esperé que la tremenda congoja apaciguara la indignación para escribir esta carta.

El domingo a la madrugada perdimos un joven muy querido en manos de dos individuos que debiendo estar detenidos se encontraban en libertad. El dolor, la desesperación, el estupor, el gigantesco enojo de todos los que conocimos a Joaquín Vines no alcanzó para explicar lo que sucedió. O por qué sucedió. La crónica indica un hecho más de inseguridad que, como dijo un compañero, sólo por el hecho de conocer a la víctima tuvo esta magnitud, pero que es habitual.

Pero no es sólo eso: gracias a la cadena de desafortunadas intervenciones de abogados, jueces, fiscales, leyes, etc., los delincuentes siguen en la calle, la justicia, que últimamente para lo único que evidencia eficiencia y preocupación es para no perder beneficios salariales obscenos, resuelve libertades y se desentiende y nuestros muertos son definitivos.

Estoy enojado como muchos de los que observamos a una madre que agradecía que no le hubieran matado a los dos hijos, a hermanos que ya no verán a su hermano, novias, amigos, compañeros de equipo que van a extrañar horrores su presencia. Pero la muerte de Joaquín, provocada porque alguna de las personas responsables no cumplieron con su deber profesional y social, no admite excusas.

Seguramente existen profesionales correctos, responsables, pero señores los hechos son éstos y esta muerte, evitable, gracias a su intervención es irreversible. Ojalá puedan dormir con eso. Y ojalá que sean capaces de cambiar su indiferencia hacia la vida.

Daniel Rojo

DNI 8.376.665

Daniel Rojo

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