Jubilación de domingos tristes

La carta destacada

Enseño respiración budista a trapecistas de la universidad que mendigan en los semáforos. Tengo colesterol alto. Me preocupa la impotencia sexual. Los domingos tengo turno para fanfarronear bajo las ventanillas enrejadas de las farmacias. Disgustada conmigo desde que no me cubre PAMI, la farmacéutica se ofreció a dirigir el ceremonial de las 3 am en la sala de espera del geriátrico, hora en que el Cuervo Sacrosanto ingresa por la ventana, da unas vueltas alrededor del busto de Palas Atenea, se sienta sobre ella y repite “nunca más” toda vez que le pregunto por Margarita, mi única novia, fallecida hace 55 años reclinada sobre mi pecho. La farmacéutica no es mala, me prometió cambiar el libreto, enviarme a Nicole por internet, la bailarina cantante que celebra los ritos de muerte para jubilados entonando “Hasta siempre comandante, aquí nos queda la clara, entrañable reincidencia”. Con ansiedad espero mi cumpleaños. Estará todo el linaje de mis abuelitos prusianos que vendrán desde el walpurgis para acompañarme.

Luis Wainerman

DNI 4.528.137

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