¿Una ciudad o un pueblo?

La carta destacada

Muchas preguntan rondan en torno a mis ideas, de sobre como al ser una ciudad seguimos obrando como un pueblo del siglo pasado, sumidos al poder y la ignorancia, por miedo al latigazo y la exposición.

Aquí, se siguen suscitando situaciones que rozan lo descabellado y, en quienes miran impávidos estas situaciones, no pueden creer lo que acontece.

Sufrimos el día a día social e infraestructural a manos del poder de turno y de la manipulación de los medios de comunicación que tergiversan y manipulan la inocencia de la mayor parte de la sociedad (en este caso, dos medios radiales, que lo que menos hacen es informar).

Basta con dar un paseo por las calles de la ciudad para notar el abandono de los legisladores de turno y comprobar la falta de respeto y cuidado del vecino para con su vecino.

Las calles desbordan de líquidos cloacales (pese a tener cloacas en todos los barrios); mangueras rotas que ya se consagraron como vertientes artificiales que generan lagunas – basurales; tala indiscriminada de árboles donde solo se deja el tronco a la vista; acequias (patrimonio histórico) rebosadas de basura y cucarachas; calles intransitables por el destrozo (sean de asfalto o de tierra, estas últimas en mejores condiciones muchas veces); animales de granja pastando libremente las 24 horas del día; veredas intransitables (lo que responde a la cultura de los chosmalenses de por qué caminamos por la calle); prestación deficiente de servicios en todos los ámbitos (y la concesión exclusiva de unos pocos empresarios que no permiten la competencia en el mercado); perros vagando, destrozando bolsas de basura, esparciendo enfermedades, atacando gente y demás situaciones. Esto por nombrar solo un porcentaje todo lo que acontece.

Pero, ¿como vecinos qué hacemos ante esto? Nada. Absolutamente nada.

Estamos más atentos a la vida privada del vecino, que a la burocracia e injusticia que se viven en las oficinas estatales. Más al tanto de a quien despidieron recientemente, que de las fallas estructurales en escuelas y jardines. Mas al tanto de la “vagancia docente”, que de los tipos que reclutan a nuestros hijos y comercializan la droga en toda la ciudad. Más al tanto de las radios amarillistas, que de la inseguridad en nuestros barrios.

Creo que como vecinos emitimos un juicio de valor erróneo, no apuntamos a quien debiéramos apuntar, pero aun así nos sale “el tiro por la culata”.

Así, como culturalmente “criamos” 2, 3 o 5 perros para que vaguen por las calles, hagamos que sea una cultura el pensamiento crítico y razonable, no nos vendamos por una palmada en la espalda o un apretón de manos; porque solo cuando nos repensemos como vecinos, vamos a ser un pueblo de verdad en todo el sentido amplio de lo que su significado enmarca.

Oscar D. Vasquez DNI 32.695.036


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