Casi 15.000 chicos están en institutos en el país

Permanecen internados por ser víctimas de la violencia o el abandono.

Cerca de 15.000 niños pobres están internados en institutos de menores de todo el país sin haber cometido ningún delito, lo que se contrapone abiertamente a la Convención de los Derechos del Niño -que tiene rango constitucional desde 1994-, ya que la internación representa privación de la libertad.

Los chicos están alojados en unos 500 institutos de menores creados por la Ley de Patronato, 10.903, cuya derogación fue pedida a fines del año pasado por el Ministerio de Desarrollo Social y los titulares de ese área en cada provincia por el Consejo Federal del Niño, la Niña y el Adolescente.

Además de estos niños, otros 3.300 de 14 años en adelante están alojados en lugares de mayor seguridad por haber sido acusados de cometer delitos -la mayor parte hurtos y robos-, según diversas fuentes consultadas por Télam en todas las provincias.

La problemática de la niñez también generó sistemas como las familias llamadas «sustitutas», los «pequeños hogares» o las «guardas». En ellas hay un número varias veces mayor de niños que en los institutos, sin quedar privados de la libertad.

Los datos fueron obtenidos por Télam en todas las provincias salvo en Chaco, Corrientes y Tucumán, cuyos funcionarios facilitaron algunos datos sobre programas de asistencia y cantidad de casos «penales», pero se negaron a precisar el número de institutos «asistenciales».

La Ley de Patronato o Ley Agote permitió el desarrollo de un sistema según el cual los jueces de menores tienen poderes ilimitados sobre niños víctimas de problemas como abandono o violencia familiar, y así pueden disponer por tiempo indeterminado su internación, lo que según normas de la ONU es sencillamente privación de libertad.

La ley, dictada en 1919, se inspiró en los tribunales de menores creados a fin del siglo XIX en Estados Unidos, instituidos bajo la teoría de que el Estado debe apartar y poner bajo custodia a niños -calificados de manera diferenciada como «menores»- que en el futuro pudieran representar un «peligro» para la sociedad, por sus problemas, sus características o su condición social.

Actualmente está verificado que el 70 por ciento de la población carcelaria del país fue víctima de internación en institutos de menores, cuestionados ampliamente por su ineficacia manifiesta en cuanto a la educación y socialización, y porque en muchos casos fuerzan la convivencia entre niños y adolescentes en conflicto con la ley y otros que jamás cometieron delito alguno.

Buenos Aires es la provincia que cuenta con mayor cantidad de niños internados en institutos «asistenciales», ya que según voceros del Consejo del Menor y la Familia tienen 8.500 chicos a su cargo en 49 institutos del Estado y otros tantos centros privados.

Sigue Entre Ríos con 1.137 internados, Santa Fe con 1.077, Misiones con 740, Corrientes con 655, Córdoba con 605 y la ciudad de Buenos Aires, con 500.

En contraste, Jujuy y La Rioja buscan no privar de la libertad a los niños que no cometieron delitos, al igual que Santa Cruz, La Pampa, Mendoza y Chubut, que si bien pueden tener algunos institutos de menores de rango asistencial, por lo general buscan entregarlos en guardas a otras familias.

Tanto en la provincia de Buenos Aires como en Capital Federal se iniciaron campañas de descentralización y eliminación de los institutos de menores debido a su extemporaneidad pero también porque los establecimientos específicos para casos penales están abarrotados.

Pero en los dos casos los proyectos fueron frenados por los jueces y los asesores de menores con sendas presentaciones, una de las cuales, en la provincia, llegó a la Suprema Corte, donde se eliminaron los artículos referidos a la no judicialización de niños abandonados.(Télam)

Qué dicen los Derechos del Niño

La Convención de los Derechos del Niño, que aboga por la no discriminación por cuestiones sociales, establece en su artículo 9 que «los estados partes velarán por que el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de éstos, excepto cuando, a reserva de la revisión judicial, las autoridades competentes determinen que tal separación es necesaria en el interés superior del niño».

El artículo 37 afirma que «los estados partes velarán para que ningún niño sea privado de su libertad ilegal o arbitrariamente.

La detención o la prisión de un niño se llevará a cabo de conformidad a la Ley y se utilizará tan sólo como medida de último recurso y durante el período más breve que proceda».

Los institutos de menores de Argentina, denunciados por el fallecido novelista Enrique Medina en su libro «Las Tumbas», van desde los edificios amurallados de la ciudad a los inmensos terrenos del segundo cordón del conurbano desde donde es común que los niños se amotinen y procuren escapar, por las condiciones de vida que se les imponen.

Muchos se pasan el día y la noche pensando en huir

En un instituto de menores de Argentina o cualquier país del mundo, hay dos clases de chicos, los «fugistas» como aprendió a decirlo el escritor Enrique Medina, quien vivió en varios de ellos; y los que no se escapan.

Los «fugistas» idean día y noche como salir de esos lugares, por lo general de noche y sumergirse en un mundo marginal en el que sienten la necesidad imperiosa de escapar de la policía, robar para comer y drogarse.

Esos niños, casi al igual que los que se quedan en los institutos, se esconden para dormir como animalitos en uno de los síntomas típicos de lo que los psicólogos llaman «institucionalización».

Los entendidos explican: un bebé «común» cuando se le acerca alguien, un familiar o un amigo de la familia, hacen el movimiento de Hozar y trata de saltar hacia la persona que se aproxima.

En cambio, un chico institucionalizado cuando alguien se le arrima se queda quieto, inmóvil, como hacen muchos animales en la selva al sentirse en peligro, ejemplificó el célebre filósofo, sociólogo, psicólogo e historiador alemán Erich Fromm.

Las teorías más modernas indican que los chicos «normales» dirigen sus afectos a las personas, mientras que los chicos «institucionalizados» fijan sus sentimientos en los edificios, las calles o las cosas.

Es que los niños separados de sus familias aprenden que durante la noche, cuando están solos en sus camas pueden ser blanco de cualquier ataque de parte de los chicos más grandes y los ataques incluyen golpizas o violaciones.

Encerrados entre las tenebrosas murallas, con la comida que se llama «mazacote», «Las Tumbas» hacen que los lugares que tendrían que ser más seguros sean los más peligrosos, solo por que allí duermen chicos de distintas edades y como los peces, los grandes se comen a los chicos.

Alberto Morlachetti, el director del programa para chicos de la calle Pelota de Trapo, aseguró «los chicos no tienen que estar allí -sostuvo-, los chicos tienen que ir a la escuela y jugar con sus amigos». (Télam)

Un moderno proyecto

La ex jueza de Menores, Irma Lima, ahora titular del Consejo Provincial del Menor y la Familia bonaerense, enfrenta a sus ex colegas con un moderno proyecto para liberar a los niños pobres de los institutos.

Lima subrayó que con el proyecto que aprobaron el año pasado en la Legislatura bonaerense por unanimidad hay «8.500 chicos que pueden estar mejor», pero esos artículos fueron recortados recientemente por la Suprema Corte provincial a pedido de los magistrados.

La reacción de los jueces fue calificada por Lima como «desmedida e irracional». «Los mismos jueces que dicen que tienen el despacho cubiertos de causas, se quejan porque les sacamos los casos que involucran a chicos que el único delito que cometieron es ser pobres», manifestó la funcionaria. (Télam)


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