CASO GANGEME: ¿Hay determinación por saber la verdad?

Parsimonia y una falta de determinación inquietante se advierte en la investigación judicial del asesinato del periodista Ricardo Gangeme, en Trelew, Chubut.| Por Italo Pisani|

Parsimonia y una falta de determinación inquietante se advierte en la investigación judicial del asesinato del periodista Ricardo Gangeme, en Trelew, Chubut. Esto ocurre paradójicamente cuando la causa ha sido reabierta, impulsada por declaraciones profusas de un testigo y la aparición constante de relatos y novedades que demandan ser corroborados.

Desde que la fiscal Alicia Susana Vilaseca asumió el caso el 2 de junio pasado, a partir de una descripción de cuatro horas de José Luis Vera, se presume que lo hizo con profunda desconfianza hacia los dichos de este hombre, que ya fue testigo clave, pero que nunca ha sido tenido en cuenta. En aquel momento, la instrucción desembocó en un debate oral frustrado, pues no se llegó a determinar ideólogos ni ejecutores del crimen, y escandaloso por la certeza de que se manipularon e hicieron desaparecer las principales pruebas: la bala y las huellas.

Esta vez Vera insistió. Profundizó acerca de todo lo que vio, sabe e infiere del crimen. Apuntó al empresario Héctor Fernandes como posible ideólogo. Y como posible ejecutor al policía Juan Grenillón, que desde hace años produce programas en una radio de Fernandes y es amigo de un periodista incondicional del empresario.

Las entrevistas que este diario realizó tanto a Fernandes como a Grenillón, transmiten la enfática negativa a los señalamientos de Vera, pero también datos que requieren urgente constatación:

* Determinar si Grenillón pudo haber comprado un auto cero kilómetro y la casa en un barrio de chalets sólo con el magro sueldo de cabo que percibía hace una década. Su estado patrimonial es fácilmente determinable.

* Confirmar si hay amistad entre Grenillón y los suboficiales Gajardo y Salomón, acusados de obstruir la primera investigación del asesinato. En esa orientación, establecer si fue cierto que ambos policías intimidaron al testigo Gabriel «Turco» Castillo, el mismo que resultó baleado en varias oportunidades -salvado de milagro-, y cuyo testimonio fue inducido a que sea falso a cambio del «arreglo» de una causa judicial; revelación confirmada por el ex defensor oficial Mariano Miquelarena que compromete a la actual fiscal y a otros altos funcionarios judiciales.

* Investigar si hay nexos con la llamada «banda de los borceguíes», cuyas acciones delictivas fueron mentadas en Trelew.

* Determinar si no mintió Fernandes cuando ante «Río Negro» negó más de una vez haber amenazado a Gangeme cuatro días antes del asesinato. ¿O no se le concedió al empresario el beneficio de la «probation» el 30 de mayo de 2000, y mil pesos de resarcimiento, como sanción judicial por las amenazas a Gangeme, establecida por la Cámara de Apelaciones, revocando la absolución dictada por el juez Minatta? Recuérdese la frase del Pablo, el hijo del asesinado: «Quieren arreglarme con 1.000 pesos. ¿Qué me importan los 1.000 pesos?; mataron a papá». ¿No fue imputado también Fernandes por amenazas y lesiones leves contra los empresarios Nervi y Fiorassi?

Independientemente de lo que los entrevistados dejaron entrever, tiene la fiscal fuertes indicios sobre Grenillón: la evidencia de que este policía fue visto cerca de la escena del crimen por Vera, otros testigos y un patrullero; la sospecha de propiedades no acordes con sus ingresos, y la certeza de que hace producciones para la radio de Fernandes.

¿Por qué entonces no se lo ha llamado a Grenillón a declarar? Si es cuestión de paradero, el periodista Hugo Vidal nos dio pistas.

Lo único que ha hecho hasta ahora la fiscal desde el 2 de junio es llamar a un joven, que hace diez años fue chico de la calle y aparentemente escuchó el estampido y vio correr al supuesto ejecutor.

E instruyó a la Policía Judicial -un equipo que la Justicia ha dejado esmirriada de investigadores y casi sin recursos- el objetivo de «seguir los pasos de Grenillón».

Pero el fondo de la cuestión es otro, ¿Hay compromiso, obstinación, por parte de la fiscal por practicar todas las diligencias que pudieran conducir al éxito de la investigación? Para decirlo sin rodeos: ¿tiene el ímpetu de conocer la verdad de la causa? ¿O la trajina como una papa caliente?

La necesidad de que se esclarezca el silenciamiento del periodista, después de 10 años de farsas procesales y de una cadena de complicidades que parece mantenerse intacta en Chubut, explica por qué -por ejemplo- la Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha interesado en el caso.

Por otra parte, ¿cómo puede interpretarse que aún no haya un «sí» o un «no» al pedido de recusación de la fiscal Vilaseca formulado por los patrocinantes de la familia Gangeme? Lo que dijo Miquelarena es muy grave: asegura que «con el testigo de identidad reservada Gabriel Castillo se llegó a un arreglo». Y que «a cambio de ese arreglo y sus declaraciones, se le otorgó la libertad en una causa». Señaló en esa manipulación a la fiscal Vilaseca, a un par y a un juez.

Si no se excusa la fiscal deberá decidir el Procurador General, que desde luego no será el actual porque se trata de Jorge Miquelarena, hermano del denunciante. Lo hará el subrogante entonces, pero será conveniente que sea cuanto antes, para garantizar, no sólo a los familiares, que la causa abandonará su palidez.


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