Central y un empate que cayó del cielo

Igualó con un gol de Messera, cuyo padre falleció hace 3 días.

Luego del notable triunfo ante Olimpia en Paraguay, el técnico Miguel Russo aseguró que Rosario, como local, se haría más fuerta aún. «50 mil personas presionan…», vaticinó el DT. Es cierto, 50 mil voces empujando y alentando intimidan, pero también es cierto que esa presencia puede resultar un factor de cuidado para el local, que, apurado, podría caer en el ataque ciego, y luego en el pantano de la confusión y la negligencia.

Algo de eso le pasó ayer a Central, que empató sobre la hora y se encontró con un Cristal sólido, casi irrompible, que no se dejó amedrentar por la voluntad popular que bajaba de las tribunas. Con mucha concentración, buena marca y una defensa tan atenta como aceitada, el equipo de Perú defendió su condición de equipo con aspiraciones.

Durante todo el primer tiempo, fue poco lo que pudo urdir el equipo local. «Vitamina» Sánchez pidió todo el tiempo la pelota, pero no tuvo socios para elaborar peligro. Central, con la presión de ir al frente, con la carga de ser protagonista ineludible, quedaba a media agua, se desvanecía por la poca conexión que lograba de tres cuartos de cancha en adelante.

En el segundo, el ingreso de Messera en lugar del líder anímico Carbonari, trató de inyectarle más fútbol al desnutrido ataque Central. Pero la sociedad con Sánchez no funcionó, nunca levantó vuelo. Tan sólo un cabezazo de Belloso -siempre voluntarioso, pero siempre también confundido- que pasó cerca fue la llegada más clara del equipo local.

El termómetro de la paciencia de la gente rozaba el rojo. El empate se extendía y la desesperación crecía. Hasta que llegó e mazazo: el gol de Cristal, que hizo añicos el sueño de medio Rosario. Fue un salto magistral de Bonnet, quien se suspendió en el aire para anotar el 1 a 0. El silenció se adueñó de Arroyito. 

Como un búfalo herido, Central buscó cazar el empate. Lo intentó con mucho más empuje que claridad, intentando doblegar a un rival que parecía de acero. Cuando las esperanzas se agotaban, apareció Messera, cuyo padre falleció hace un puñado de días, para conseguir un empate que cayó del cielo. (AR)


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