Certificación agroecológica popular

Productores, instituciones y consumidores de Río Colorado, implementan un sistema participativo de garantías para producción de alimentos.

Redacción

Por Redacción

Por INTA Alto Valle

En comunidad. Productores, organizaciones y consumidores participan de la certificación.

La producción familiar es la principal fuente de abastecimiento de hortalizas, verduras y algunas frutas en muchas ciudades de la Norpatagonia. Hace poco más de un año, treinta familias de Río Colorado iniciaron una transición agroecológica para reducir el uso de insumo químicos en sus producciones. El INTA acompaña este proceso y colabora con las organizaciones de productores en la construcción de sistemas participativos de garantías (SPG) para certificar e identificar los productos agroecológicos.
De acuerdo con Karina Zon –extensionista del INTA Río Colorado–la certificación es una forma de dar garantía de que un producto o proceso cumple con determinados requisitos. “Existen cada vez más consumidores que necesitan asegurarse de que ese tomate o zanahoria que van a llevar a su mesa fueron producidos de una manera natural y agroecológica. Ante los pedidos de consumidores, y como forma de apoyo a los productores, se comenzó a trabajar en esta vía”, puntualizó.
En la Argentina está vigente un sistema de certificación diseñado de acuerdo con los requerimientos de los mercados externos, exigido por la normativa nacional para diferenciar la calidad de “producto ecológico, orgánico o biológico”. Sin embargo, según los equipos técnicos que trabajan en esta temática en territorio, este sistema resulta inaccesible para los productores familiares, ya que crea barreras comerciales y restringe la oferta y demanda de este tipo de productos.

Saludable. Alimentos certificados para consumo familiar.


Para resolver dicha problemática sin la necesidad de un sello de certificación orgánica –que tiene un alto costo para productores y consumidores- se desarrollaron estos sistemas participativos de garantías (SPG) a través de movimientos sociales agroecológicos y organizaciones de productores de diferentes países del mundo.
Para Segismundo De Plácido –extensionista de la misma unidad del INTA– los sistemas participativos de garantías “se transformaron en una herramienta apropiada porque garantizan la calidad de productos y procesos a través de mecanismos en los que participan directamente los agricultores, las instituciones de apoyo y los consumidores, donde se construyen bases de confianza, redes sociales e intercambio de conocimientos y se contribuye a la soberanía alimentaria”.
Este proceso de certificación colectiva comenzó a partir de que las familias productoras de Río Colorado se sumaron a la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), la organización nacional que representa al sector de la agricultura familiar y trabaja activamente en el proceso de transición agroecológica. En esa localidad, nuclean a diversas actividades (granja, horticultura, fruticultura, apicultura, vitivinicultura) y cuentan con un Consultorio Técnico Popular (CoTePo), donde los mismos productores y productoras, a partir de su experiencia, comparten saberes y acompañan en el proceso de transición agroecológica a sus pares, impulsando de esta manera el cambio hacia un modelo sin dependencia externa de insumos y lo que ellos definen como “producir de una manera natural, sin químicos, como hacían nuestros abuelos”.
La UTT a nivel nacional implementa un sistema propio –con acompañamiento del INTA y el SENASA en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) – para obtener la certificación agroecológica bajo este Sistema Participativo de Garantías. “Las familias y los equipos técnicos deben llenar un formulario de 18 puntos. A partir de ahí, se realiza un seguimiento que permite mejorar la calidad de los productos, ampliar las capacidades de quienes producen alimentos y realizar un proceso de aprendizaje mutuo entre todos los actores que participan: productores, consumidores, instituciones de control y gobiernos locales”, explicó Zon.
Este proceso que se llevó adelante con éxito en el AMBA, comenzó a implementarse a inicios de 2021 en la localidad rionegrina mediante espacios de intercambio como reuniones y visitas periódicas conjuntas a las chacras, teniendo en cuenta los protocolos exigidos por la pandemia.

“Cada vez más consumidores necesitan saber que las hortalizas que consumen fueron producidas de forma natural y ecológica”.

Karina Zon – Extensionista (INTA Río Colorado)

De esos encuentros participaron personal del INTA, el Senasa, el Instituto de Investigación para la Pequeña Agricultura Familiar (IPAF), la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), el Centro de Educación Técnica N°24 de la Colonia Juliá y Echarren, integrantes de grupos de consumidores y organizaciones de productores UTT.
Los próximos pasos en el proceso consistirán en el relevamiento de distintos marcadores agroecológicos. Además, los análisis incluirán la observación del manejo del suelo, las malezas, la conservación de la biodiversidad y el modo de organización del trabajo.
De acuerdo con los técnicos, el trabajo interinstitucional y multidisciplinario que impulsa estos procesos locales tiene múltiples ventajas: “además de fortalecer a las organizaciones de productores familiares que trabajan para lograr cambios en el sistema agroalimentario, permite que las familias de Río Colorado cuenten con alimentos producidos de manera local, sanos y a precios accesibles”, concluyeron.

Datos

2 a 5 Has
La superficie que cultivan en Río Colorado las familias que realizan horticultura sin ser dueñas de la tierra.
7 a 15 Has
La superficie que cultivan las familias fruticultoras, siendo dueñas de la tierra.

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