Chávez obliga a todos a hacer gimnasia
gustavo chopitea (*)
Hugo Chávez pareciera ser un hombre de buen diente. Su aspecto físico tiene poco y nada de esbelto. Su cuerpo es más bien gordito, pese a lo cual suele estar trajeado –o más bien empaquetado– de manera que sus rollos queden a la vista, quizás por aquello de que son inocultables, pero sin muchos complejos en el caribeño. No obstante, Chávez acaba de abusar –una vez más– de sus facultades omnímodas promulgando una “Ley Orgánica de la Actividad Física y el Deporte” para los venezolanos en la que declara “de interés público” cuatro actividades: 1) la actividad física y el deporte, 2) la difusión de eventos (de cualquier tipo) a través de los medios de comunicación social (este es un nuevo paso en dirección a controlar los medios de comunicación masiva, aprovechando los eventos deportivos para ponerlos a su servicio propagandístico, como ocurre con el fútbol en nuestro país), 3) los bienes vinculados con la práctica de los deportes y 4) las obras públicas y privadas (abiertas al público) cuando estén destinadas a la práctica de la actividad física y el deporte. Con sesenta y ocho enredados artículos trata así de gobernar –cuasimilitarmente– la vida de los demás en todos sus aspectos y detalles, conforme a su voluntad, esto es, de acuerdo con sus particulares visiones, arquetipos y modelos. Así son los absolutistas, particularmente los marxistas, porque, como dice Edgard Shilds en “La virtud de la civilidad”, se declaran enemigos de la sociedad civil ya que, si ella florece, aparece la diversidad y ellos profesan la uniformidad. Quizás el caribeño se haya inspirado en esto en los griegos, que fueron los creadores de los gimnasios, lugares en los que, sin embargo, no sólo ejercitaban sus físicos sino también sus mentes, desde que allí se reunían para conversar y discutir. Ocurre que la segunda parte (esto de debatir) no le atrae a Chávez, porque de la conversación salen las críticas y las opiniones distintas. Más adelante, Jean Jacques Rousseau y el educador alemán Johann Basedow fueron quienes organizaron los primeros gimnasios en los que se hacían solamente ejercicios físicos. Los japoneses incorporaron –hace algunas décadas apenas– la práctica de la gimnasia a los lugares de trabajo, pero nunca obligatoriamente, so pena de sanciones. La gran perla de la nueva norma es la insólita disposición por la que se declara “obligatoria la práctica de la actividad física y deporte en el marco de la jornada laboral, con una frecuencia de media hora diaria, mínimo tres días por semana”. Los empleadores que no cumplan esta disposición serán sancionados. Para facilitar el cumplimiento de la nueva norma laboral se dispone que en más todos los desarrollos urbanísticos deberán contar con espacios para la actividad física y deportiva, esto es gimnasios. Caso contrario, nuevamente, serán sancionados. A Chávez pocas cosas le gustan más que sancionar (o pensar que puede hacerlo), particularmente a quienes no piensen como él. Habrá que esperar ahora que, dando el ejemplo, Hugo Chávez baje de peso y luzca menos adiposo. Por esto de ejercer el liderazgo, obviamente. (*) Analista del Grupo Agenda Internacional
gustavo chopitea (*)
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