Chicos alcoholizados en el Parque Central

Los divisó ayer la policía. Tienen menos de 13 años.

NEUQUEN (AN)- Hay un territorio donde se terminan las promesas y las declamaciones. Ese terreno frío y desierto lo estaban transitando cuatro chicos de entre 8 y 13 años que fueron encontrados ayer a la madrugada en el Parque Central, hundidos en la bruma del alcohol y los inhalantes.

Los chicos fueron divisados por una patrulla de la Policía Metropolitana ayer a las 5 de la mañana, que avisó de inmediato a la comisaría del Menor. Son conocidos en el bajo neuquino: de día juntan monedas limpiando vidrios de automóviles, de noche buscan cualquier refugio para protegerse del frío. Comen poco y mal, toman demasiado.

El médico que los revisó certificó su estado de intoxicación alcohólica y también producto de la inhalación de pegamentos. Quedaron a disposición de la comisaría del Menor. Sus padres ni siquiera los fueron a buscar, por lo que un patrullero tuvo que llevarlos a sus casas. No sería raro que esta noche estén, otra vez, en el mismo lugar.

La oficial principal Viviana Vidman, a cargo de la jefatura de la comisaría, dijo que hace tres meses estos mismos chicos habían ingresado a la guardia del hospital regional, también alcoholizados. De todos modos aclaró que los menores con adicciones tan fuertes desde tan temprana edad no son los casos más frecuentes. Una fuente judicial reveló que en esa ocasión uno de ellos se escapó de la guardia.

Uno de los menores está fugado del Hogar Yampay, al que fue devuelto a media mañana de ayer. Los otros tres esperaban por sus padres, todos de condición humilde, sin capacidad siquiera para costearse un viaje en colectivo para retirarlos de la unidad policial especializada.

«Nosotros no tenemos asistente social ni psicólogo, así que los llevamos hasta la casa, los entregamos a los padres, hacemos un acta y un expediente que va al juzgado de Familia. Otra cosa no podemos hacer», señaló la oficial Vidman con un dejo de impotencia. «Acá a veces le damos un té con galletitas, no tenemos más», agregó.

No hay estadísticas sobre la cantidad de menores en las calles de Neuquén. Cualquiera puede verlos, a todas horas, pero ninguna repartición lleva un control o registro para saber cuántos son, dónde viven, cómo está formada su familia.

Tampoco se sabe quiénes les venden el alcohol y los pegamentos que consumen. «No sabemos si lo compran a través de un mayor de edad, o si algún comerciante les vende sin importarle la edad», explicó la oficial.

Se supone que en esta capital está restringido el expendio del alcohol a menores de edad, pero la ordenanza es letra muerta en amplios sectores de la ciudad. «Hay muchos barrios en los que la venta del vino en caja o cerveza está por encima de cualquier valoración», señaló otra de las fuentes consultadas.

La red de contención supuestamente está montada, pero por sus huecos se cuela el drama. Participan organismos que dependen del Estado (el peso principal recae sobre Acción Social y Salud Pública) y otros no gubernamentales. Sin embargo no lograron no ya contener esta calamidad social; ni siquiera montaron un debate público para que todos los que puedan aportar una solución encuentren un canal Tampoco hay, según las fuentes que consultó «Río Negro», un lugar para tratar a los menores de esta franja etaria de sus adicciones.


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