Chile le sacó la pelota y el equipo de José no fue el mismo

Argentina esta vez no tuvo un claro conductor y empató 0-0.

El partido se presentó como un duelo desbordante de tensión, repleto de ese nervioso recorrido que tienen las batallas cumbres como esa, la que se libró anoche en Santiago.

Si para Chile el partido era de vida o muerte, tal como, exagerada, lo llamó la prensa, ese pulso vital se notó de entrada, sintetizado en la energía y el entusiasmo de un equipo, el local, que salió del túnel lleno de intenciones, dispuesto a dejar la piel en el césped.

Chile sabía que Riquelme y González habían sido despiadados en aquel primer tiempo notable ante Uruguay, de manera que salió a asfixiar a los dos en el medio. Los rodeó de rodillas, de fricción y de músculos, de tal modo que a ambos les resultara difícil generar fútbol.

Adelante, Salas y Navia complicaban a la todavía resbaladiza defensa argentina. Salas decidió, al fin, ponerse el equipo al hombre, ocupar ese lugar central que tanto le reclamaba la selección roja. Inteligente, se tiraba atrás, se los llevaba lejos a Coloccini o Samuel -fue amonestado a los quince- y descargaba hacia los laterales, para que Navia conectara los centros. Un cabezazo suyo fue desviado por Abbondanzieri, quien volvió a lucirse con un tiro libre ejecutado por Salas.

Chile, eso sí, proponía un partido largo, o sea, con mucho recorrido. El impulso inicial, como era de esperar, fue aquietándose, aunque nunca dejó de mostrarse el local como el equipo con más presencia, con una leve, aunque perceptible, diferencia a su favor en el dominio.

Esa sensación se desprendía, básicamente, del resultado de la batalla en el mediocampo, lugar en el que a Cambiasso le costaba hacer pie, y en donde Zanetti y Sorín tampoco desnivelaban. Román, encima, no lucía la precisión del sábado en Núñez.

En la primera media hora, Chile contó con no menos de tres chances claras de gol. De haberse concretado alguna, nada hubiera tenido que reclamar el equipo de Pekerman. En esa caja de resonancia que era el Nacional de Santiago, Chile había sido más.

Pekerman tardó una hora en convencerse de que el duelo del mediocampo estaba perdiéndose. Hizo ingresar a Javier Mascherano, el rastrillo que faltaba, en el inicio del segundo.

El cambio tuvo cierto efecto, generó algún cambio, pero lo que no se modificó

fue la concentración inapelable de los chilenos, quienes corrieron con el tesón y la angustia de aquellos que están por perderlo todo. La prensa se había ensañado con ellos antes del partido, y salieron dispuestos a jugar bordeando sus posibilidades, como se hace en los partidos límite, esos que pueden transformar el destino de un equipo.

Sin González, en Román quedaron depositadas todas las esperanzas de juego argentinas. Pero el crack del Villarreal nunca pareció estar a gusto, ni aún con el ingreso de Tevez, que encendió los ánimos y despertó preocupación en Chile. Pero el tridente -Román, 'Carlitos ' y Saviola- no logró desentrañar el misterio chileno. Ni aún con D'Alessandro en la cancha Argentina logró recrear al menos un puñado de aquellos encuentros del sábado ante Uruguay.

La sensación de dominio chileno siguió envolviendo el estadio, pese a que el local, en el segundo tiempo, no tuvo situaciones claras.

El encuentro fue entregando sus últimas imágenes, que, paradójicamente, mostraron a Argentina algo más incisiva. Contó con un tiro libre muy cerca, un par de córners, algún centro picante. Y nada más.

El equipo de José pareció gastar su caudal ante Uruguay. Anoche, del otro lado de la montaña, pareció algo ausente, sin esa chispa adecuada que había detonado la alegría. (AR)

«Lo importante fue sumar»

Las declaraciones eran casi las mismas, las preguntas también. ¿Se ganó un puntos o se perdieron dos? «Lo analizaremos más adelante», dijo Juan Pablo Sorín. «Sabíamos que el partido iba a ser difícil, Chile se jugaba la vida porque venía de una derrota y nosotros queríamos repetir lo del sábado», agregó.

Consultado sobre la sensación que le dejó el empate en cero, el capitán argentino reconoció su «bronca porque queríamos ganar. Argentina siempre quiere ganar. Pero fue un partido muy parejo y duro. Ahora queda un partido más este año, ante Venezuela, y nuestra intención es sumar de a tres. Tal vez así estemos más cerca de Alemania», agregó.

En su despedida del campo de juego, se lamentó porque «casi lo ganamos al final».

Por su parte, Javier Saviola reconoció que el equipo jugó mal y por eso destacó el valor del empate. «Cuando se juega mal, lo importante es sumar. Chile es un rival difícil y sabíamos que nos iba a jugar así», dijo el «Pibito».

Luciano Figueroa coincidió con el jugador del Mónaco al afirmar que «lo importante fue sumar. Queríamos los tres puntos, pero se nos hizo complicado. En las eliminatorias no hay ningún partido fácil, por eso lo importante es que nos llevamos un punto para la Argentina.

Por último, Javier Mascherano también dijo que «fue un partido muy duro, en el que ninguno regaló nada».

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