Cien años de Aston Martín, mucho más que el coche de James Bond

Su nombre es Martin, Aston Martin. El DB5 es el coche más famoso que condujo jamás el espía James Bond en la saga cinematográfica, pero reducir la marca británica, nacida en 1913, a su modelo más icónico es injusto.

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El coche sienta tan bien como un buen smoking. Cuando Sean Connery, alias James Bond, se subió a un Aston Martin DB5 en la película de 1964 “Goldfinger”, dio el empujón a una marca que producía coches deportivos desde hace tiempo, aunque no siempre con éxito.

El 15 de enero de 1913, Robert Bamford y Lionel Martin fundaron en Londres la compañía Bamford and Martin Ltd. para la venta de automóviles Singer. Los británicos buscaron luego otros retos y desarrollaron bajo el nombre de la firma Aston Martin sus propios prototipos. En 1915 produjeron su primer coche.

Los modelos respondían sobre todo a la deportividad. Un apasionado de esos modelos logró romper diez récords del mundo de velocidad con un prototipo en el circuito de Brooklands, en Londres, en 1922. El mismo año, dos de sus coches participaron en un Gran Premio. Sin embargo, el éxito económico no llegaba, y en 1925 la firma se declaró insolvente.

En los 100 años de historia de la firma, que se cumplen ahora, ha habido 11 propietarios distintos que incluso cambiaron el icónico nombre de la empresa: de Bamford and Martin pasando por Aston Martin Motors hasta el actual Aston Martin Lagonda Ltd. con sede en Gaydon. Bajo la nueva propiedad, las características deportivas se han refinado.

En 1932 un Aston Martin participó por primera vez con éxito en las 24 horas de Le Mans. Eso generó reconocimiento, pero no éxito económico.

El productor de tractores David Brown dio aire nuevo en 1947 a la empresa, que hasta entonces sólo había podido vender 700 vehículos. Bajo sus iniciales “DB” impulsó una nueva línea. El DB2 tenía bajo el capó un motor de seis cilindros y 2,6 litros tomado de la empresa Lagonda, adquirida anteriormente. Le siguieron el DB2/4 con un propulsor de 3,0 litros, y el DB4 con 3,7 litros, 243 caballos y una velocidad máxima de hasta 230 km/h.

Los coches de carreras consiguen algunos triunfos en Le Mans y el título mundial de marcas de coches deportivos. Y en 1964 llega James Bond.

Sean Connery recibió el primer prototipo DB5 por su papel de agente británico en “Goldfinger”. “Sigue siendo el coche que hoy en día mejor se ajusta a James Bond”, dice Arsen Seyranian, del club de fans del personaje de ficción. El DB5 aparece también en otras películas de Bond: “Thunderball” (1965), “Goldeneye” (1965) y “Skyfall” (2012).

Otro de los honores que le corresponde al Aston Martin es haber sido el primer coche de 007 en contar con algunos de los más famosos trucos, como el asiento proyectable y la ametralladora. “El coche representa por sí mismo el carácter de James Bond: estilo, prestigio, fuerza, rapidez, riesgo y astucia”, dice Arsen Seyranian.

Pero Aston Martin habría sido famosa también sin James Bond. Así lo cree Wolfgang Bahlmann, miembro del club de propietarios de Aston Martin. “Aunque sólo hubiera sido por la rareza, la artesanía, los éxitos en la pista, el carácter ‘lifestyle’ y la potencia”.

Entre sus más famosos clientes está la Casa Real británica. También la serie de televisión “The Persuaders”, con Roger Moore y Tony Curtis, reportó fama al DBS, construido desde 1967 y que tenía un papel principal en la trama.

Pese a Bond y a la familia real, Aston Martin no salía de las pérdidas, aunque siguieron varios modelos con motores V8 como el Lagonda, con forma cuneiforme (1976), el Vantage (1976), el Volante (1979) y el Vantage Zagato (1986), que alcanzaba los 300 km/h.

En 1987, Ford tomó el mando de la arruinada marca y produjo el por fin ya exitoso DB7 en 1993. Desde 2000 dirige el negocio el ex ingeniero de Porsche Ulrich Bez. Ford salió de la marca en 2007. En 100 años de historia, se han hecho a mano cerca de 60.000 vehículos.

Y ahora, como antes, lo que genera un Aston Martin es imagen y prestigio por su cuidado trabajo artesano y su finura británica, afirma Frank Meissner, de la firma Classic Data, analista del mercado del motor. “La consecuencia de eso es el alto precio, incluso en el mercado de segunda mano. Todos los modelos hasta 1968, especialmente el DB5, han aumentado su valor significativamente el último año”, asegura.

dpa


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