Cien años de escuela pública en El Bolsón

El colegio 270 celebrará hoy su centenario con un acto en el que descubrirán plaquetas y entregarán recordatorios a ex docentes y alumnos. Mantienen intacto el primer edificio.

EL BOLSÓN (AEB)- Esta comunidad conmemorará hoy el centenario de la fundación de la primera escuela, creada en 1909 y que tuvo a Jorge Gibelli como su primer maestro y a Arturo Barría como el primer alumno anotado. Se estima que cinco generaciones de bolsoneses han pasado por sus aulas.

Desde las 10:30, en la sede del colegio 270 se hará el acto central con el descubrimiento de una pla-ca conmemorativa, la entrega de recordatorios a ex docentes y ex alumnos y un recorrido por las aulas donde habrá una muestra sobre la historia escolar con fo-tos, piezas de museo y una exposición de plástica. El cierre será con asado y números musicales.

Tras funcionar 25 años en el mismo lugar como escuela nacional 30 y al resultar insuficiente el edificio para albergar la demanda de una mayor cantidad de habitantes, en 1935 mudaron la escuela al céntrico hotel «Turista», a la altura de la avenida Sarmiento al 2.300. Después pasó a ser de Frontera Nº 5 y recién dispuso de su infraestructura definitiva a finales de los años ´40, con el plan de obras públicas concretado por el presidente Juan Perón.

El programa de actividades desarrollado tuvo como protagonistas centrales a quienes fueron estudiantes y profesores a lo largo de varias décadas. Además se colocó en el ingreso una escultura del artista regional Emmanuel Martínez, se hizo un abrazo simbólico al inmueble actual y se enterró «una cápsula del tiempo», donde por 25 años se guardarán trabajos de los estudiantes y «recuerdos y escritos de las abuelas que ya no están».

En tanto, la vieja casona de madera que cobijó el primer edificio y es considerada una de las escasas construcciones fundacionales de El Bolsón, sigue siendo conservada intacta por los descendientes de Claudio Garach, quien la compró en 1934 cuando llegó como maestro de frontera para abrir otra escuela sobre la costa del río Quemquemtreu.

Su hijo, Carlos Garach, quien también se jubiló como docente rural, y custodio celoso del patrimonio histórico que alberga en el patio de su casa, valora cada detalle de la arquitectura rústica, como que «las paredes las hicieron los mismos pobladores, con maderas labradas a hacha o con las trozadoras a mano; otra cosa no se conocía».

Otro dato es que las chapas de cinc del techo fueron traídas en carro, a principios del siglo pasado, desde el puerto de San Antonio Oeste, en un viaje que duró casi tres meses. Todavía se mantienen «y no hay una sola gotera, a pesar de que soportaron tantos inviernos nevadores, vientos y lluvias», graficó.

También contó que no recibe ningún tipo de ayuda oficial para el mantenimiento y que con su propio esfuerzo tuvo que reforzar los pilotes de fundación «para que no se caiga».

No se muestra entusiasmado en difundir el lugar turísticamente o en cobrar una entrada para visitarlo. «Lo que me importa es que lo conozca la gente de la zona y que sea declarado patrimonio histórico de El Bolsón. Mientras este yo lo vamos a mantener», aseguró.

Garach recuerda su propia infancia en torno del inmueble donde nació y se creció junto a otros cuatro hermanos, «en este pueblito de montaña donde había muy pocos habitantes, la mayoría chilenos, y apenas cuatro o cinco casas de comercio, principalmente los turcos».


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