Cinco soldados muertos y 65 aislados en la cordillera chilena

Drama por una gran tormenta de viento y nieve en la montaña.

Cinco soldados murieron y otros 65 estaban anoche aislados en la cordillera de los Andes, en el sur de Chile, en medio de una tormenta de nieve y viento, luego que patrullas especializadas rescataron a 50 de ellos. Algunos de los soldados rescatados presentaban lesiones leves y síntomas de congelamiento, informaron voceros del arma, quienes aclararon que todos están fuera de peligro.

El desastre ocurrió durante un entrenamiento de conscriptos incorporados a principios de abril en la provincia de Bío Bío, vecina de la ciudad neuquina de Copahue, donde estas tormentas son inusuales en mayo. El ejército chileno envió al lugar un par de patrullas de rescate equipadas con sistemas de navegación satelital, debido a que la tormenta de «viento blanco» impide ver el camino desde los vehículos.

Tras el rescate de los 50 efectivos, los grupos de ayuda proseguían la búsqueda de los otros 65 soldados que no fueron ubicados y permanecían presuntamente aislados. En tanto, se identificó al soldado José Bustamante Ortiz, de la Compañía de Morteros del Regimiento Reforzado, como uno de los cinco muertos. El comandante en jefe del Ejército, general Juan Emilio Cheire, y el ministro de Defensa, Jaime Ravinet, viajaron ayer a la zona de la tragedia por orden del presidente Ricardo Lagos para coordinar las tareas de rescate.

El jefe de Comunicaciones Internas del ejército Enrique B'edec-ker, explicó que «el viento blanco hace que cuando la temperatura es de cinco a seis grados bajo cero la sensación térmica alcance a 30 grados bajo cero».

El comandante Cheire confirmó desde Santiago la muerte por hipotermia de cinco soldados de menos de 20 años cuando todavía eran 115 los que no podían ser ubicados.

El desastre ocurrió cerca del Volcán Antuco, en el Parque Nacional del Laja, donde hay un centro de esquí y cuyo paisaje es muy similar a la cordillera patagónica argentina, a 513 kilómetros al sur de Santiago. Si bien Cheire aludió al desastre como «un verdadero tsunami de nieve», B'edecker aclaró que no hubo una avalancha sino una catástrofe natural, el «viento blanco», con una fuerza inusual para esta época del año.

En esa región, 453 efectivos de un batallón de infantería realizaban su primer viaje de instrucción cuando fueron alcanzados por la tormenta y un total de 383 de ellos fueron localizados, mientras se procuraba ubicar a otros 65, en tanto cinco fueron hallados muertos por hipotermia.

Los fallecidos fueron encontrados en un refugio de la zona de La Cortina por miembros de otros dos batallones que estaban en la zona. B'edecker no aceptó la figura de «dispersos» para definir la situación de los soldados desaparecidos y dijo que eran parte de «una unidad aislada, no localizada por las malas condiciones climatológicas causadas por el viento blanco que reduce la visibilidad a cero y causa desorientación».

La mayoría de éstos son «soldados recién incorporados, pero se encuentran con oficiales experimentados en la región», quienes «venían de la zona de Los Barros con un clima muy benigno y se encontraron con esta tormenta inusual», añadió el militar.

También se dispuso un operativo de rescate con equipos de alta montaña denominados «Parmes», que cuentan con sistemas de navegación satelital para manejarse a ciegas por la montaña, mediante el cual se halló a medio centenar de los extraviados. (Télam-AP)

La otra tragedia de los Andes

Lo ocurrido con los soldados chilenos en la cordillera de los Andes remite directamente al viernes 13 de octubre de 1972, cuando un avión uruguayo, que llevaba 45 pasajeros a Chile, de los cuales muchos eran estudiantes y jugadores de un equipo de rugby, se estrelló en esa zona. Doce murieron a causa de la caída y los sobrevivientes tuvieron que soportar, entre otras cosas, treinta grados bajo cero durante las noches y al hambre. Muy parecido a lo que les pasó ahora a los chilenos.

Trataron de resistir con las escasas reservas alimenticias que poseían, esperando ser rescatados, pero su esperanza cayó al enterarse por una radio, que se había abandonado la búsqueda. Desesperados ante la ausencia de alimentos y agotada su resistencia física, se vieron obligados a alimentarse de sus compañeros muertos para poder seguir viviendo.

Finalmente hartos de las bajísimas temperaturas y los amenazadores aludes, dos de los rugbiers deciden cruzar las inmensas montañas para así llegar a Chile. De esta manera es como el 22 de diciembre de 1972, después de haber estado durante 72 días aislados de todo, el mundo se entera que dieciséis son los sobrevivientes que vencieron a la muerte.

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