Cincuenta años de folclore
Dichos y dichos conviven con el folclore y a diario se ponen en marcha frases y frases que imponen leyendas como eso de «la capital del…» y en realidad nadie sabe por qué razón se atribuyen semejante cosa.
Pero bueno, hay algunas que son ciertas, muy ciertas y que nadie se atrevería a discutirlas.
Y hay una que dice que si no pasó por el boliche de Balderrama no existe. Claro, hablando de folclore, por supuesto.
Balderrama bien podría contar la historia completa del folclore argentino, del mejor, porque todo, absolutamente todo pasó por allí.
Hay historias, noches que no se terminaron necesariamente con la salida del sol, cantantes y conjuntos que se pasaron noches enteras allí a pedido del público, cuentos, anécdotas y miles de circunstancias que algún día alguien se encargará de juntar. Es el boliche o la casa del folclore por excelencia, es el lugar que fue testigo del nacimiento de grupos folclóricos que harían historia, que tiempo después recorrerían el mundo.
Y hoy mantiene la característica intacta, con consagrados y no tanto, con grupos que quieren llegar lejos, con debutantes absolutos, con algunos que quieren volver y con otros que poco a poco van en conquista del público fuera de las fronteras argentinas.
Hoy es el paso obligado de quien visita Salta y para los salteños es la referencia obligada cuando alguien pregunta por las bondades de la provincia.
Los que saben y los que no de folclore, conocen la zamba que hizo famoso al boliche salteño, que en un tramo dice «sale cantando la noche desde lo de Balderrama».
Y esta columna viene a título del medio siglo del boliche que no tiene mejor reconocimiento que la distinción de cuanto músico folclorista y afines ande dando vueltas. Medio siglo para cantores que quisieron mostrar lo suyo, medio siglo de música que augura muchos años más.
En una nota de un diario Salteño, don Juan Balderrama, actual titular de ese lugar, cuenta detalles cargados de historia sobre esas paredes cubiertas de fotos de los personajes que pasaron por allí. Y le puedo asegurar que están todos, absolutamente todos, en distintas épocas sobre las que las fotos son el mejor testimonio.
Don Juan contó que «a mediados del siglo pasado, mis padres, Antonio Balderrama y Remigia Zurita tenían una picantería donde se podían degustar los mejores platos regionales. En el año 1954, con mis hermanos Daría y Celestino, decidimos independizarnos e instalamos el boliche donde ahora estamos. En ese momento, nunca imaginamos que este local llegaría a ser –como yo lo llamo, el «templo del folclore argentino». Claro, tengo que reconocer que el «Cuchi» (Leguizamón) y Manuel (Castilla) nos dieron una mano bárbara con su zamba, ya que hoy nos conocen en todo el mundo…».
Más adelante contó que «era un simple bodegón, con pisos de ladrillo y techos de zinc. Siempre fue el punto de encuentro de los bohemios de Salta, que se juntaban aquí hasta la madrugada y después de sus actuaciones se quedaban guitarreando hasta que el sol les decía basta!…»
Un lugar que es sinónimo del folclore, un sitio donde la música se pasea cada noche en medio de ilustres visitantes que hicieron de un boliche el lugar preferido para que las voces se oigan mejor, para que guitarras y bombos se escuchen en su plenitud.
Jorge Vergara
jvergara@rionegro.com.ar
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