Cipolletti salvó la ropa cuando estaba en aprietos

El triunfo ante Argentinos lo dejó solo en la punta.

¿Lo merecía? A quién le importa ahora si en el fútbol como en otros juegos, lo que valen son los tantos. O los goles. Ganó Cipolletti (3-2) y la historia pondrá sólo eso. Nadie se acordará que después que el albinegro hubiera estado 2-0, tuvo que hacerle frente al aluvión azulgrana y llegar, inclusive, a «arrugar» un poco cuando Argentinos lo igualó a un cuarto de hora del final.

Pero un «ollazo» salvador faltando sólo dos minutos, derivó en la conquista con sabor a hazaña. El zaguero Palomeque se empinó en el área y su frentazo a un rincón del arco del estático Ochova se metió lentamente. Era el tercero. El de la victoria y el éxtasis de los pibes cipoleños apretujados en un costado, que venían sosteniendo el empate ya en desventaja de efectivos. El gol e la ventaja para quedar con el liderazgo exclusivo del torneo liguista.

Un triunfo estrecho en un cotejo muy luchado, con poco juego asociado y por ahí con reciedumbre que amagó degenerar en violencia ante un árbitro «sacapartido».

El local había arrancado con más ganas. Carbajo distribuía en el medio y Guíñez de enganche, pero sin peso ofensivo. Del otro lado, cerraban líneas con Palomeque firme atrás y la fortaleza de Gauna, Marcos Carrasco y Medina en la contención. Y le dio pronto rédito. Fue a los 17, un minuto después que Dupré se «comiera» un gol en la boca del arco. Pero el «9» se desquitó en la jugada siguiente, dejando pasar el balón en otro envío desde la izquierda para que definiera Marcos Carrasco. Y tendría Dupré ingerencia en el segundo gol (minuto 40), cuando le «vendió» al árbitro el foul en el área y el consiguiente penal lo facturó Iturra.

Al complemento volvió Argentinos con renovadas ínfulas. También con relevos: Crespo para trabajar de ocho y «Patrulla» Giménez, tras purgar con 45 minutos menos alguna inasistencia a entrenar en la semana. Así, a la carga el azulgrana, que se puso a tiro en el minuto 18 con un penal de relativa justificación (¿había quedado el juez con la conciencia intranquila?) donde el balazo de Gutiérrez estrechó la cosa.

La corta ventaja (2-1) complicó a Cipolletti. Cundió el temor escénico, especialmente cuando a los 24, un mal pique traicionó a Mori en el tiro libre de Crespo que marcó el empate. El albinegro se atrincheró. Ya no le importó atacar, menos aún cuando una acción tonta de Gauna (tiró la pelota a fuera) lo dejó con diez. A sufrir, como en la maniobra de Sáez a los 30, tirando afuera con Mori jugado en la salida. Cipolletti era aguantar, rezar o apostar a la «quiniela», como en el gol del triunfo que le permitió «sacar» la cola entre las piernas y volver a su casa con tres puntos de oro.

foto: Maniobra el albinegro Gauna cuando lo aprieta Guíñez.


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