Colgalo a «Mingo»

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En la cocina

por

Eduardo Gilimón

«Parroquia» entró al quincho con un dedo enyesado y el rostro desdibujado por el dolor…

– ¿Qué te pasó? – preguntó el gordo Boedo.

– Contingencias propias de un militante…

– Bancarse… vos ya no estás para andar en pintadas y en entreveros por un paredón – dije.

– ¡No, que entrevero ni entrevero!… Resulta que «Fino» Sartor me…

– ¡Ya sé, ya sé… La historia de siempre: como la murga de «Fino» está muy escrachada, te pidió que entre gallos y madrugada descargaras clandestinamente un camión con bolsitas. Y en el apuro a vos – como abogado poco acostumbrado a las tareas manuales -, se te quebró el dedo! – reflexioné…

– Nada de bolsitas… El domingo a la noche «Fino» me llamó muy excitado… Estaba en Olivos, con Verani… Justo cuando se decidía la entrada de «Mingo» al gobierno…

– ¿Y?… ¡Vos te pusiste loco y de la desesperación le tiraste una izquierda a la pared y te quebraste el dedo!…

– No, no… «Fino» fue directo al grano: «Parroquia», se viene «Mingo»… ¡Andate al comité de Roca y colgá un retrato de «Mingo» en la sala de reuniones… en la pared del frente, grande, que se note!… ¡Dale, mové las tabas»…

– ¿Y?

– ¿Y?… Le pregunté qué hacía con las fotos de Alem… Yrigoyen… don Arturo… ¡Están todos colgados en esa pared!…

– ¿Y?

– Y… «Fino» solucionó rápido el tema: «¡Mirá «Parroquia», rajame rápido ese geriátrico del comité… son la historia! Metelos en un cajón, precintalo y vigilá bien… ¡Que ninguno asome la nariz!… ¡Ojo con Yrigoyen: es un viejo tozudo, lleno de mañas y en cualquier momento se te escapa y te arma una Convención!… ¡Con Alem no te preocupés, vive deprimido!… Y en cuanto Illia, ¡es más bueno que Teresa de Calcuta!… ¡Entendé «Parroquia»: ¡Se viene «Mingo»!… ¡Grabátelo!»…

– ¿Y?

– Y yo le pregunté a «Fino» cuál era la consigna para justificar la bajada de los cuadros de Alem, Yrigoyen y de Arturo…

– ¿Y?

– Y «Fino» me dejó pasmado. «La consigna es clara y precisa: «¡Mingo» al gobierno; «Mingo» al poder»!…

– ¿Y?

– Y bueno, salí en plena madrugada a buscar una foto de «Mingo». Tenía algunas en revistas y eso… pero mis pibes cada vez que lo ven le pegan chicles en la pelada… ¡Pero dónde iba a encontrar un retrato de «Mingo», en Roca y de madrugada!… Pregunté en varios kioscos y me miraron con cara de perro – dijo «Parroquia»…

– Y, no todos quieren a «Mingo» – señalé.

– ¡No, me miraron con cara de perro por ser radical!… Lo concreto es que se me ocurrió pedirle una foto de «Mingo» a Anahí Tappatá… ¡Líder de la Fundación Mediterránea e incondicional de «Mingo»!… En el pasado, la Fundación vendía fotos de «Mingo».

– ¿Y?…

– Y Anahí me recibió… ¡Eran las tres de la mañana!… Amable como siempre, pero me desilusionó de entrada: «¡Parroquia, cuánto lo lamento: nosotros privatizamos la venta de retratos de «Mingo»… para ser coherentes, viste!… Tenés que comprarla por la mañana… Unicamente que yo te preste una foto de «Mingo» de mi colección… tengo 11.342″…

– ¿Y?

– Me prestó una y me fui al comité, descolgué al vejestorio, miré de reojo la foto de «Mingo», me puse nervioso y cuando comencé a martillar, le erré al clavo y me quebré el dedo… Es lo de menos: el problema es la frase que tiene sobreimpresa la foto… fue escrita en el «96, cuando «Mingo» dejó el gobierno de Menem…

– ¿Qué dice la frase?

– «¡Ahora me toca el radicalismo!»…

– ¿Y como aparece «Mingo» en la foto – pregunté…

– Frotándose las manos


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