Colombia, a un toque de ratón

Giovanna (32 años), acude a diario a las aulas de la Fundación Bip Bip, en la sede de la ONG Amigos del Pueblo Latinoamericano en España, para ver su correo electrónico y hablar con su hijo, que vive en Colombia.

Giovanna es una joven colombiana que se oculta bajo este nombre porque no tiene papeles. Se da prisa por ir a la sede de la Asociación de Amigos del Pueblo Latinoamericano (APLA). Tiene media hora larga de camino desde la casa donde limpia, pero merece la pena. Es un día especial: ha nacido su sobrina en Madrid, y esta inmigrante quiere contárselo a su hijo Jeisson, de 11 años, que vive con su abuela en su Cali natal. «Soy soltera y sólo tengo a mi niño. Hablo todo lo que puedo con él por correo electrónico, y él me contesta desde un cibercafé en un centro comercial. Estoy muy contenta de haber aprendido este medio porque me permite hablar con mi hijo más a menudo que por teléfono; es mucho más barato, y además esta ONG nos facilita Internet gratis a los latinoamericanos». En estos días está de suerte porque no ha tenido que guardar cola para consultar su correo electrónico. «Muchas veces me voy sin haberlo consultado».

Giovanna es una de las más de 500 personas que desde 2003 acuden cada día a las aulas que la Fundación Bip Bip, una ONG dedicada a integrar a colectivos en desventaja social a través de las nuevas tecnologías, tiene donadas a APLA. Su historia no es muy distinta a la de otros compatriotas. «Somos casi todos inmigrantes sin papeles, sin derecho a nada. Aquí nos ayudan y nos enseñan a manejar el correo electrónico. Gracias al e-mail podemos dar una dirección fija cuando solicitamos trabajo, y con lo que ya sé de informática, si yo tuviera papeles podría trabajar de auxiliar y no sólo limpiando casas». Van llegando compañeros de Giovanna, y según abren sus correos electrónicos en los ordenadores les cambia la cara. «Es que le ha escrito su marido», susurra Giovanna refiriéndose a una paisana.

«El correo web nos deja expresarnos mejor que por teléfono, podemos hablar más ratito sin estar pendientes de los pasos del locutorio», asegura mientras ojea la versión digital del rotativo colombiano El Tiempo. El éxito de estas aulas es tal que la Fundación Bip Bip ha tenido que ampliar y renovar los equipos dos veces en año y medio. May Escobar, la directora de esta entidad, lo aclara. «No hay suficientes terminales para todos. Necesitamos que las empresas nos donen sus viejos equipos para poder reciclarlos y acercar herramientas de comunicación, como el correo electrónico, a los colectivos más desfavorecidos».

Nota asociada: Hace 35 años comenzaban a viajar los e-mail  

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