Adiós Miami

Redacción

Por Redacción

N o hay nada más bello que lo que nunca he tenido , nada más amado que lo que perdí”.

La letra del bellísimo tema musical “Lucía”, del español Joan Manuel Serrat , viene a cuenta de los dichos expresados hace algunos días por el presidente de la corporación FIAT Argentina. El empresario amigo personal del presidente de la Nación dijo que la clase media debía olvidarse de ir a Miami por diez años y viajar a Bariloche , dado que en los últimos tiempos se despilfarraron u$s 12.000 millones para viajes al exterior. Afirmó que ello no podía continuar así dado que hoy la Argentina no era un país rico y próspero para asumir esos gastos.

Primer error: datos oficiales del Ministerio de Finanzas (marzo 2018) reconocen que el país aumentó su deuda externa en u$s 103 millones por día: más o menos a la cotización actual del dólar, unos 2.800 millones de pesos diarios. Está claro que si vamos a pagar esa deuda regularmente -cuestión que dudo mucho- sólo un país rico se atrevería a semejante cosa .

Al inicio de la gestión actual esa cifra no alcanzaba los 9.000 millones de pesos diarios. Ello sin contar la deuda tomada a la fecha con el FMI ni la deuda en dólares que el gobierno viene colocando semanalmente desde la última gran devaluación del peso para desactivar las Lebac. Se cambian Lebac en pesos de corto plazo por Letes (bonos que emite el Tesoro Nacional ) en dólares con intereses más altos que los que paga Bolivia.

Nuestro país presenta un histórico problema para la obtención de moneda extranjera que atiende a imprescindibles necesidades para importar insumos , pagar deuda externa , remitir ganancias de empresas extranjeras, viajes al exterior, además del ahorro interno fruto de la permanente inflación que lleva a la gente a comprar dólares para resguardarse.

Esto fue explicado desde estas páginas el 17/11/2015 (“Ahí vienen los dólares”), adelantando la situación actual que se aproximaba en la Argentina.

El retraso del dólar ha sido una herramienta de política económica que puede llevarse adelante mediante controles de cambio por parte del Estado –como lo hacía el anterior gobierno–, realizando parciales devaluaciones periódicas para mejorar la competitividad externa (los precios en dólares para exportar ) o como lo pretende hacer la actual administración: ofreciendo desorbitadas tasas de interés en pesos que paga el Estado para que “el mercado” ( inversores financieros ) opte por no ir al dólar y cobre altas ganancias en pesos.

En este último caso al ofrecer libertad total para ingresar y salir a divisas extranjeras, se corre el riesgo que de un día para el otro los inversores salgan de los pesos ganados y pasen inmediatamente al dólar para irse del país, produciéndose sucesivas devaluaciones , como le ha ocurrido al gobierno durante todo su mandato.

La clase media argentina ha podido viajar a Miami con frecuencia – y en menor medida a otros destinos – justamente porque la estructura productiva nacional es desequilibrada y requiere contener el valor del dólar para que no se vaya a los precios internos y afecte el consumo provocando caída del salario y recesión. Este es el motivo que da origen a los controles cambiarios, que tanto cuestionara ese viajero que simultáneamente se beneficia cuando los precios internos resultan acordes a sus ingresos y le permiten ahorrar en dólares para viajar. Se trata de una problemática que viene siendo analizada hace más de 40 años y radica en que sólo el sector agropecuario genera divisas, no así el sector industrial.

El sector agropecuario opera con precios internacionales prefijados y bajos costos internos en relación a la industria que requiere cantidades importantes de dólares para la compra de insumos y sus costos resultan superiores. La industria, al no estar desarrollada en nuestro país, necesita los dólares generados por sector agropecuario para su evolución y crecimiento. Por otro lado la estructura económica nacional monopólica y oligopólica
–uno o pocos operadores por actividad– hace tan concentrada la formación de los precios que los controles son necesarios ante la falta de democratización del mercado (varios operadores por sector ).

Ello en tanto no existen los precios de equilibrio que fija el mercado, lo cual resulta una verdad incontrastable en la actualidad, aun para los economistas liberales más destacados a nivel mundial. Las devaluaciones permanentes vienen a corregir los precios para exportar e importar, haciendo más baratos en pesos los costos de producción internos pero más caros en dólares los productos importados.

Simultáneamente, la devaluación afecta el salario y con ello el consumo y los ingresos fiscales. Es un dilema histórico que tiene que ver con la estructura productiva y la inflación, pero también con el gran problema de la asignación de recursos y la distribución del ingreso, la verdadera finalidad de la economía. Cómo se distribuye la torta del ingreso de un país entre los distintos sectores de la población.

Si a estos problemas para obtener divisas les agregamos la deuda externa que traemos del 2001 que fue renegociada y no pagada aún en su totalidad, si la multiplicamos más de un 200% en dos años y medio, si además cae la actividad económica con reducción del salario real y menor consumo afectando los ingresos fiscales, si sacamos las retenciones al agro – aceptando incluso alguna disminución posible– y nos superendeudamos en dólares – que no tenemos–, además de dejar salir a los especuladores financieros con sus dólares cuando quieran, está claro que lo de menos será no ir a Miami por algunos años.

*Abogado y docente de grado y posgrado de la Facultad de Economía (UNCo)

El control cambiario es una problemática que viene siendo analizada hace más de 40 años y radica en que sólo el sector agropecuario genera divisas, no así el sector industrial.

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El control cambiario es una problemática que viene siendo analizada hace más de 40 años y radica en que sólo el sector agropecuario genera divisas, no así el sector industrial.

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