Antinomias que obstruyen el crecimiento

Desde la batalla de Cepeda (1820) entre Unitarios y Federales hasta la actualidad, los integrantes de la Sociedad Argentina conformamos ese antagonismo crónico que nos ha dividido progresivamente a los Ciudadanos Argentinos. Estos contrastes visualizados entre las ideas de los dos grupos mencionados hasta la actualidad, se ha extendido a otras disciplinas y-o sectores sociales, tales como políticos y apolíticos; peronistas y radicales; judíos y antisemitas; católicos y ateos; millonarios y bosteros; fordistas y chivistas; zurdos y derechosos; etc. generando esa diferencia discordante, denominada por los comunicadores como “grieta social”, pudiendo penetrar y permanecer infinitamente entre nosotros.

Estas divisiones antagónicas -con el transcurso del tiempo- se han profundizado y progresivamente nos colocan en dos veredas desiguales que, al confrontar las ideas nos ubican en posiciones confrontadas, a las cuales nosotros mismos diferenciamos en el otro, al amigo o enemigo.

Ocurre que el fanatismo expresado en forma extrema hacia una determinada persona, idea o creencia, automáticamente genera esa división sectaria en la sociedad.

Se puede afirmar que toda obsesión o extremismo fanatizado atenta contra la Sociedad organizada. Dicho fenómeno cultural que nos caracteriza a los Argentinos, se presenta más frecuentemente en la religión y en la política.

En ese contexto, saber escuchar y aceptar la opinión del otro resulta fundamental para fortalecer la tolerancia individual, aunque dicha opinión se encuentre divergente con la nuestra. Es más, suele ocurrir que cada uno de nosotros elaboramos nuestro propio esquema mental que nos permite visualizar una determinada cuestión del modo que queremos o que más nos conviene, encontrándose en dicho yerro, una de las mayores debilidades del “Ser Argentino”.

Lo señalado ocurre porque siempre partimos de un preconcepto en la idea que, a la hora de analizar objetivamente los hechos, nos juega una mala pasada, imposibilitándonos de la elaboración de un balance ecuánime y objetivo ante una situación determinada.

La aceptación de las otras personas que piensan diferente a nosotros, constituye la esencia fundamental de la cuestión abordada.

No nos hemos podido desarrollar potencialmente como País por haber construido estos esquemas mentales dirigidos a la anulación del pensamiento del otro por la mera circunstancia de pensar diferente a nosotros. Cuando el Proyecto es sólido, compacto, consistente y beneficia al conjunto, debemos dejar de lado estas discordancias, contradicciones estúpidas, que nos anulan como personas civilizadas y que nos impiden alcanzar el bienestar general por el solo hecho de no coincidir con nuestros pensamientos.

Propongamos un Proyecto de País a largo plazo y dejemos de lado estas contradicciones, prevaleciendo la unidad del conjunto a pesar de nuestras ideas desiguales. Otros países ya lo han logrado favorablemente.

* Docente- Ex concejal


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