Circos sin explotación animal

Redacción

Por Redacción

La creación de los circos, sin esa denominación, tiene sus comienzos en sociedades antiguas hace algo más de tres mil años atrás. Las actividades de destreza eran parte de prácticas de guerreros que se expusieron luego públicamente para entretener a la gente a través de espectáculos, a los que se sumaron más habilidades físicas y artísticas. Hasta ese momento no se había incluido aún la presencia de animales exóticos. Fueron los romanos los que dieron el nombre de “circo” a estas actividades de entretenimiento, posteriormente.

Los primeros circos modernos no eran itinerantes. El primero registrado, tal como se hizo conocido en muchos otros lugares, fue inaugurado en Londres en enero de 1768 por Philip Astley. Posteriormente, se trasladaron llevando su espectáculo, y surgieron así los más parecidos a los circos de hoy en día. La música, los acróbatas, payasos y los animales adiestrados comenzaron a formar parte de su espectáculo.

Es imposible negar la historia y la trascendencia de los circos, con sus impresionantes carpas y escenarios coloridos, incentivando la imaginación a través de personajes maravillosos que dedicaron su vida al arte a través de todos los tiempos. Siempre constituyó una puerta a la fantasía y al entretenimiento para adultos y niños.

En la actualidad, existen circos donde puede apreciarse todo tipo de arte sin el uso, innecesario por cierto, de animales como parte de la distracción.

La prohibición de los animales en los espectáculos circenses se ha dado progresivamente en la medida que ha trascendido el derecho de los animales a no ser sacados de sus hábitats para ser usados como objetos a explotar. El trato inhumano a los animales constituye un hecho y va siendo superado por la sensibilidad que, afortunadamente, parte de las sociedades va desarrollando hacia estos “seres sintientes”, nuestros hermanos menores podríamos decir sin equívocos.

Actualmente, pueden verse fácilmente documentales y videos que muestran y denuncian el maltrato animal. No está muy lejos de las denuncias que organizaciones protectoras realizan constantemente respecto al estado sanitario lamentable de los animales en los zoológicos urbanos.

Hoy en día, en varios países la legislación empieza a calificar a los animales como seres vivos dotados de sensibilidad, “seres sintientes”. El respeto hacia ellos está ligado al respeto de los seres humanos entre sí, por eso en 1978 se proclamó la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, aprobada por la ONU y Unesco, a la que adhirió Argentina entre otros países.

En pocos artículos se resalta que todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen derecho a la existencia, al respeto, y que el hombre no puede atribuirse el derecho de exterminarlos o explotarlos; ningún animal será sometido a malos tratos ni a actos crueles. Y, relacionado con el tema que he desarrollado aquí, dice que ningún animal debe ser explotado para esparcimiento del hombre y las exhibiciones y los espectáculos que se sirvan de éste son incompatibles con la dignidad del animal.

En nuestro país, se encuentran vigentes leyes de protección de los animales; así como también se presentaron en el Congreso nuevas iniciativas penando el maltrato animal, modificando el Código Penal. Esta propuesta última ha sido presentada por mí, así como también la ya aprobada ley que prohíbe las carreras de perros en el país. También está en debate la ley que impide el uso de pirotecnia por el daño a los animales y seres humanos. En este mismo sentido, he presentado por segunda vez el proyecto de ley que prohíbe el uso de los animales en los circos por las razones que describí arriba. Los logros en la legislación y las nuevas propuestas han sido posibles gracias al apoyo de varias organizaciones sociales.

Resulta interesante, para terminar, resaltar la encíclica “Laudato si”, en la que el papa Francisco dice: “La crueldad ante las demás criaturas de este mundo siempre termina trasladándose de algún modo al trato que damos a otros seres humanos. El corazón es uno solo, y la misma miseria que lleva a maltratar a un animal no tarda en manifestarse en la relación con las demás personas. Todo ensañamiento con cualquier criatura «es contrario a la dignidad humana»” (Párrafo 92). “(…) es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas»” (Párrafo 130).


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