El Barça y la secesión en Cataluña

En julio de 2013, cuando viajamos con mi hijo en metro rumbo al Camp Nou, un joven físico catalán nos dijo: “Es una cuestión de años… Cataluña será independiente”.

Pues bien la declaración de una nueva república resuelta por el Parlamento catalán el 27 de octubre pasado ha sido una fuerte embestida en tal dirección. Pero es tal la desprolijidad y la resistencia nacional e internacional generada que difícilmente se cristalice en la práctica.

Más aún cuando Mariano Rajoy dispuso la destitución del gobierno catalán, la remoción de las fuerzas de seguridad locales y el llamado a elecciones para el 21 de diciembre próximo.

Así echó mano al artículo 155º de la Constitución Española por la que el Estado central puede con la aprobación mayoritaria del Senado exigir a una comunidad cumplir forzosamente con sus obligaciones.

Mientras en Cataluña hay ocho millones de habitantes, del referéndum del 1 de octubre participó un 45% de la población obteniendo la separación, un 91% de los sufragios. De allí se concluye que buena parte de la comunidad no se ha expresado en las urnas.

Cuando por estos días hay manifestaciones multitudinarias a favor y en contra de la separación, el fútbol continuó su fecha de la liga española como si nada. El Real Madrid visitó la ciudad del mismísimo Carles Puigdemont, cayendo inesperadamente frente al Girona 2-1, y el Barça, venció en San Mames al Athletic de Bilbao por 2-0.

Ahora bien, si el Barcelona FC adhiere a la declaración independentista debiera ser excluido de la liga de España y de la Champions League. Ello por cuanto la ley del Deporte ibérica de 1991, en su artículo 6º de la sección 4 exige a las instituciones formar parte de las federaciones deportivas españolas correspondientes.

Si bien el club a través de su dirigencia encabezada por Josep María Bartomeu ha cuidado de efectuar declaraciones públicas, en su momento ante la consulta popular manifestó su “compromiso histórico con la defensa del país, de la democracia, de la libertad de expresión y del derecho a decidir”.

El hermetismo no es zonzo, ya que saben bien que cualquier apoyatura explícita podría dar lugar a la suspensión del club en las competiciones de las que participa. Ello implicaría, sin más, la pérdida multimillonaria de ingresos entre taquilla, auspicios, cumplimiento de contratos y merchandising.

El pronunciamiento del Barça no es un tema menor ya que es un estandarte de la ciudad, un símbolo identificatorio, una marca registrada. El Camp Nou es una caja de resonancia política y un punto de referencia cultural, tan visitado por los turistas como la Sagrada Familia.

Relación con la comunidad

Siendo el lema de la institución “más que un club”, existe una íntima relación entre ésta y la comunidad, que no tardará en presionar si las circunstancias de este juego de ajedrez político que se avecina lo exigen.

El problema del Barcelona FC aunque no se diga es evidentemente económico, al punto de que otras ligas como la de Inglaterra, Francia e Italia han insinuado su intención deportiva de dar cobijo al equipo blaugrana.

Más la cuestión política tampoco resulta indiferente.

En tanto la comunidad europea e internacional de la espalda al secesionismo catalán, poca probabilidad de legitimación tendrán sus gobernantes.

Por ello lo que sucederá en las próximas semanas, más las elecciones del 21 de diciembre, será decisivo para la suerte de la región y de su club emblema.

Aun cuando el exjugador Xavi Hernández o Gerard Piqué se han manifestado proindependentistas, el resto del plantel, incluido Lionel Messi, ha preferido guardar silencio.

Mientras el club calla y espera sin mover ninguna ficha, su presidente ha manifestado que serán los socios quienes decidirán en qué liga jugará el club.

Una respuesta demagógica para salir del paso, que deberá ser bien analizada para no dilapidar la rica historia de un club caracterizado por brindar grandes espectáculos deportivos.

Máxime cuando ni el estatuto de un club ni sus asociados pueden contrariar aquello que disponen las normas de superior jerarquía, las que autorizan hasta su propio funcionamiento.

España y Cataluña se juegan su futuro.

La suerte del Barça depende de que la brecha –como suelen decir en España– se suture o se confirme la herida.

La táctica exige mutismo absoluto, aun cuando lo más valiente sería definir un posicionamiento. Millones de razones aconsejan tanto hermetismo.

*Abogado, profesor nacional de Educación Física y docente universitario

La suerte del Barça depende de que la brecha –como dicen en España– se suture o confirme. La táctica exige mutismo absoluto, aun cuando lo más valiente sería posicionarse.

Datos

La suerte del Barça depende de que la brecha –como dicen en España– se suture o confirme. La táctica exige mutismo absoluto, aun cuando lo más valiente sería posicionarse.

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