El cambio climático en su cuenta regresiva

Veinticuatro bloques de hielo instalados justo en la puerta del Tate Modern –el Museo Nacional Británico de Arte Moderno– dispararon las primeras miradas sorprendidas de los transeúntes que apenas despuntaban la mañana. Procedencia: los fiordos de Groenlandia. Los desmembrados pedazos de glaciares, cuando apenas empezaban a mezclarse con el océano, eran la prueba más desgarradora del calentamiento global.

Rescatados y recuperados por el célebre artista sensorial Olafur Eliasson y el geólogo danés Minik Rosing, se transformaron en una instalación donde el arte se funde con la protesta, el desafío y la esperanza de quitar los velos que cubren una realidad que no se quiere mirar. La instalación, agudo estilete, pasó por ciudades como Copenhague (2014) y París (2015), y ahora apuntó a esta nueva cumbre de las Naciones Unidas en Polonia (COP24), donde se debatió, una vez más, el cambio climático.

Esos inmensos trozos de hielo glaciar se colocaron formando un círculo que se asemeja a un reloj. Este marca la cuenta regresiva del calentamiento global. Que impulsa a acciones urgentes, imperiosas. A medida que el hielo se derrite lentamente, el público tiene la oportunidad de enfrentarse y experimentar directamente uno de los efectos más tangibles del cambio climático.

El proyecto, denominado “Reloj de hielo” (Ice Watch), intenta cerrar la brecha entre los datos científicos, el trabajo de los expertos y las discrepancias de los políticos. Y a su vez intenta sensibilizar a la gente común sobre las consecuencias del calentamiento global y convertir una discusión que parece intelectual y abstracta en algo real y concreto. El cambio climático es un hecho. Las temperaturas suben. El hielo se derrite y acaba por elevar el nivel del mar de todo el planeta.

En octubre, un grupo de casi cien científicos de 44 países que radiografía el cambio climático y asesora a las Naciones Unidas concluyó que se requieren transformaciones profundas para limitar el aumento de temperatura a 1,5 grados, respecto a los niveles preindustriales. El objetivo más ambicioso de los compromisos asumidos por la comunidad internacional hace tres años en París (COP21).

Pero, según los científicos, los planes de reducción que hoy están sobre la mesa no son suficientes, ya que llevarían a elevar la temperatura del planeta a los tres grados hacia fines de siglo. Y los riesgos serían: subidas del nivel de mar, sequías, inundaciones y sucesos climáticos extremos que, inevitablemente impactarán nuestra vida cotidiana.

Y mientras el cambio climático amenaza al mundo, en Katowice, ciudad situada al sur de Polonia, paradójicamente atacada por la polución de la industria minera del carbón, representantes de 197 países se reunieron –entre el 3 y el 14 de diciembre– para discutir nuevas acciones para poner freno a las consecuencias que este problema medioambiental tiene sobre las condiciones de vida del planeta.

Desprenderse de los combustibles fósiles es una tarea compleja y llena de tensiones políticas que deja el campo minado en estas cumbres internacionales. La pelea surge cuando se trata de determinar quiénes deben afrontar los costos para mover la economía mundial hacia bases más limpias y cuáles deben ser los objetivos de reducción.

En París la premisa fue que todos los países, ricos y pobres, deben comprometerse a reducir los gases de efecto invernadero y adoptar medidas de lucha contra el cambio climático. Una difícil tarea cuando se trata de aunar países con capacidades y realidades económicas y sociales diferentes. Sin embargo, en Katowice fue posible aprobar un conjunto de reglas homogéneas para medir, informar y verificar las emisiones de cada país e implementar a partir de 2021 lo pactado en el Acuerdo de París.

Esos compromisos se traducen en un mecanismo de transparencia destinado a promover la confianza entre las naciones para garantizar que todos hacen su parte para abordar el cambio climático. A partir de este último acuerdo se pudo establecer una forma para contar de manera uniforme las emisiones de gases de efecto invernadero y evaluar su efectividad y progreso.

La aplicación del Acuerdo de París supondrá una transformación profunda de la economía mundial que debería dejar de lado gran parte de los combustibles fósiles, responsables de la inmensa mayoría de los gases que calientan el planeta.

Pero los desafíos son grandes. Y se debe actuar con velocidad antes de que la cuenta regresiva gane la partida. ¿Será posible reunir la voluntad de todos los países para atacar un problema común? ¿Será posible que las advertencias de la ciencia se conviertan en “acción climática”? ¿Será posible hacer que las palabras no se escapen en el viento? ¿Será posible? A los pocos días del cierre de la Cumbre de Katowice, los bloques de hielo que integraban la obra de Olafur Eliasson siguen derritiéndose, inexorablemente, gota tras gota.

*Diplomático

Desprenderse de los combustibles fósiles es una tarea compleja y llena de tensiones políticas que deja el campo minado en cumbres como la reciente, en Katowice.

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Desprenderse de los combustibles fósiles es una tarea compleja y llena de tensiones políticas que deja el campo minado en cumbres como la reciente, en Katowice.

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