El exterminio en Auschwits y la condena al empleado contable Gröning

Un alemán de 96 años, Oskar Gröning, acaba de ser condenado a cuatro años de prisión por haberse desempeñado, hace ya setenta años, como empleado contable en el horrible campo de concentración y exterminio de Auschwits.

A su edad, será el preso por delitos de lesa humanidad más anciano del mundo. En el año 2012 había sido ya condenado a cumplir cuatro años de cárcel por su complicidad en la muerte de unos 300.000 judíos. En su momento, Gröning había expresado su arrepentimiento y reconocido haber cometido una falta moral grave.

Luego de ser examinado por médicos, se llegó a la conclusión de que, pese a su avanzada edad, estaba efectivamente en condiciones de ser encarcelado, aunque sujeto específicamente a disponer, en el propio centro de su detención, de los “cuidados y equipos médicos adecuados” para su ya avanzada edad.

La condena recaída y confirmada en su contra aún puede ser apelada, pero sin efectos suspensivos. Razón por la cual, Gröning será ahora encarcelado.

Un dirigente de la comunidad judía alemana hizo, respecto del mencionado Gröning, un comentario bien certero: “Toda persona que haya trabajado en ese lugar no tenía compasión alguna por las víctimas, ni por las mujeres, ni por los hombres, ni por los niños, ni por las personas de mayor edad, razón por la cual no debería hoy solicitar compasión respecto de su propia situación”.

Ocurre que la verdadera –y tenebrosa- “máquina de asesinar” que ciertamente fuera Auschwitz, prisión y mecanismo exterminador infernal en el que Gröning trabajaba, debió haber resultado insoportable para un ser humano normal.

La entidad, esto es el plazo, de la condena tuvo presumiblemente en cuenta el grado de contribución (menor, según sostuviera el fiscal actuante en el caso) al funcionamiento de esa terrible “máquina de asesinar” por parte del anciano cuya condena ha sido confirmada. Gröning formó parte de la inhumana SS, en la que increíblemente se conchabó como voluntario, desempeñándose en ella desde 1942 a 1944.

En Polonia

Por otra parte, es bastante poco conocido, pero los crímenes aberrantes de lesa humanidad (incluyendo la tortura) que fueron cometidos en su momento por las autoridades y funcionarios de los regímenes políticos comunistas que gobernaron a Polonia desde 1944 a 1989 están absolutamente impunes.

La omisión de juzgar esos delitos fue presuntamente “voluntaria”. Según algunos, derivó de una suerte de “pacto” -silencioso y subterráneo- entre quienes lideraban entonces al sindicato Solidaridad con el liderazgo comunista que habría sido concluido, más o menos discretamente.

Ello se decidió, en rigor, en 1997. Cuando los gobiernos polacos de izquierda que llegaron al poder tras el colapso del comunismo así lo establecieron, incluyendo una norma específica incluida en el propio Código Penal del país. Y, hasta no hace mucho, el tema, para el asombro del mundo entero, no se discutía.

Las cosas están, sin embargo, cambiando. Y esto parece tener alguna relación con los crecientes problemas que ahora Polonia tiene con la Unión Europea. Ocurre, quizás, que la llamada “des-comunización” de Polonia está inquietando a gente que aún retiene alguna cuota opaca de poder en el país del Báltico. Y en la propia estructura administrativa europea.

En una suerte de “fronda política” que ahora sopla en Polonia se están cambiando los nombres de las calles; se retiran los monumentos de la época comunista de los que han sido, por años, sus respectivos lugares; y se están re-escribiendo los manuales de historia que se usan en la educación pública. La “historia oficial” utilizada en las últimas décadas se está cayendo a pedazos y está siendo reemplazada por una nueva, más realista y menos torcida.

Era hora, pero el momento de cambio levanta suspicacias y genera temores visibles en las instituciones comunitarias, que hoy presionan a Polonia para que detenga ese proceso, amenazándola con sanciones que hasta podrían derivar en la pérdida del derecho de voto a nivel europeo.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.


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