El mundo apostó a la reelección

Panorama nacional

Eliminado como parece el riesgo del default, el acuerdo con el FMI podría también en poco tiempo despejar la duda acerca de si Mauricio Macri es una anomalía del sistema, un accidente de la democracia, como suele decir Agustín Rossi, el áspero jefe del bloque kirchnerista en Diputados. Si recortamos los rebordes y las exageraciones, la verdad es que este Macri se parece más al que proyectaba la campaña del kirchnerismo en 2015 que a aquel que revalidó títulos en octubre de 2017 con la fórmula del gradualismo y evitando dar malas noticias. La receta para salir del fangal de la crisis no podría ser más severa: un ajuste monetario y fiscal ortodoxo, que tendrá (tiene) un fuerte impacto en la actividad y el consumo. En poco menos de un año ese ajuste será plebiscitado. Veremos entonces si se verifica la sentencia de Rossi o si la democracia le da una nueva chance a Macri.

Con el decidido impulso del Tesoro de los Estados Unidos y a pesar de las dudas de la prensa económica internacional, el mundo apostó por la reelección. Este tipo de apoyos no abundan. Cuando el directorio del Fondo lo determine, Macri dispondrá en lo que queda del año de 13.400 millones de dólares y de otros 22.800 el año próximo. Son u$s 19.000 millones de desembolsos anticipados para cumplir con las necesidades financieras y como soporte presupuestario hasta el fin del mandato. El préstamo stand-by original se incrementará en 7.100 millones de dólares, que estarán disponibles recién en 2020, es decir, para el próximo gobierno.

Si logra controlar el dólar, Macri habrá resuelto la incertidumbre financiera. Pero el desafío por delante es enorme. El jueves el presidente admitió que el incremento de 1,6% en los niveles de pobreza registrado en el primer semestre del año por el Indec es apenas el comienzo de una espiral ascendente que se verificará al menos hasta septiembre del año próximo, un mes antes de las elecciones. Macri ha pedido que al final del mandato se lo juzgue por el índice de pobreza. Ese juicio no será favorable: en el mejor de los casos cuando venza su período la pobreza volverá a los niveles del comienzo de su gobierno. Controlar la inflación había sido otro de sus objetivos desde la liberación del cepo cambiario, a principios de su gobierno. La crisis pulverizó el esquema de metas implementado durante la gestión de Federico Sturzenegger en el Banco Central y mil veces corregido, incluso con la asistencia de técnicos del Fondo. El índice de precios de agosto fue el más alto del año y el registro va a ser superado otra vez en septiembre. En los primeros días de octubre se anunciarán nuevos aumentos en las tarifas de gas, transporte y combustibles: los pronósticos de inflación para el 2018 se acercan al 45%, la tasa más alta en 27 años. Hasta el momento, la inflación acumulada en la era Macri supera el 120%. El desempleo araña los dos dígitos y los salarios retrocedieron en lo que va del año entre un 6 y 10% en el empleo registrado e informal. Se estima que la economía podría caer este año un 3% y no menos de un 0,5% en el 2019.

El acuerdo con el Fondo también aceleró los tiempos en el peronismo. La alternativa federal anticipó su presentación pública con la foto que reunió a Massa, Pichetto, Schiaretti y Urtubey. Esa mesa busca la consolidación del “tercer tercio” del electorado de cara al 2019. Aún no han salido de allí definiciones importantes salvo dos: aún con algunas reticencias de Massa –su bloque podría optar por la abstención– acompañará en el Congreso la aprobación del Presupuesto. La otra es sumar: fuerzas provinciales y aliados históricos del peronismo, dirigentes peronistas del kirchnerismo y una articulación gremial. Pichetto mantiene un canal de diálogo abierto con la CGT y estuvo hace unos pocos días reunido con Hugo Moyano a quien, dice, encontró “lúcido y ubicado en la realidad”. No hay que descartar nada en relación al camionero, una pieza clave en la pelea por el control de la calle. Es lo que viene.

La receta para salir del fangal de la crisis no podría ser más severa: un ajuste monetario y fiscal ortodoxo, que tendrá (tiene) un fuerte impacto en la actividad y el consumo.

Si logra controlar el dólar, Macri habrá resuelto la incertidumbre financiera. Pero el desafío que todavía tiene por delante es enorme.

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La receta para salir del fangal de la crisis no podría ser más severa: un ajuste monetario y fiscal ortodoxo, que tendrá (tiene) un fuerte impacto en la actividad y el consumo.
Si logra controlar el dólar, Macri habrá resuelto la incertidumbre financiera. Pero el desafío que todavía tiene por delante es enorme.

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