El peor del barrio, ¿de nuestro lado?

Panorama nacional

Aún queda la esperanza de que Bolsonaro termine siendo para la Argentina de Macri lo que representa hoy Donald Trump: el peor tipo del barrio, pero está de nuestro lado. “Es un hijo de puta. Pero nuestro hijo de puta”, dijo alguna vez Franklin Delano Roosevelt sobre el dictador Anastasio Somoza, salvando las distancias, hechos y protagonistas. Realpolitik.

Trump está llevando al mundo –o contribuyendo a llevarlo– a la incertidumbre e incluso al temor. La lista de motivos es extensa. El último es el anuncio del abandono del tratado sobre fuerzas nucleares de alcance intermedio (INF) firmado en 1987 por Reagan y Gorbachov en el período previo al colapso de la Unión Soviética. Putin ya ha dicho que desatará una nueva “carrera armamentista” y una situación “extremadamente peligrosa”. En paralelo, Trump decidió mandar a centenares de militares a custodiar la frontera con México ante el avance de millares de migrantes centroamericanos que buscan ingresar a los Estados Unidos. Y anunció que recortará toda ayuda a Honduras, Guatemala y El Salvador.

Otro es el Trump que corresponde a la Argentina. “Trump es amigo de Macri”, recordó el miércoles en Córdoba el embajador Edward Prado. “La relación nunca fue más sólida que ahora. Seis miembros del gabinete de EE. UU. vinieron al país en seis meses: ninguno recibió tantos en ese tiempo. Es un ejemplo del apoyo que les vamos a dar y les estamos dando”. En estas horas el directorio del FMI aprobó la renegociación del préstamo “stand-by” con la Argentina, el más importante de la historia del organismo, que bien mirado podría ser un pasaporte para la reelección de Macri. No habría ocurrido sin la decisión de Trump.

A horas de lo que parece su seguro triunfo en Brasil, Bolsonaro despierta las mismas inquietudes –por decir algo– que en diciembre de 2016 el recién electo Trump. La proximidad del fenómeno suma incluso nuevas preguntas. ¿Inaugura un nuevo tipo de liderazgos en la región? A 35 años de su recuperación en el cono sur, ¿Bolsonaro abre la puerta a una etapa de relativización de los valores de la democracia y el Estado de derecho en América Latina? ¿Es un caso asimilable, ya no al de Trump, sino a las derechas duras en el poder en Hungría, Polonia e Italia?

Jair Bolsonaro ha dicho poco sobre la Argentina. Mandó un saludo público a Macri y celebró que hubiera “terminado con la ‘Dilma Kirchner’”. Días más tarde llamó por teléfono al presidente. Y anticipó una “muy buena relación y una óptima alianza”, según lo que le inspiró ese diálogo con Macri.

En la Argentina prevaleció la prudencia. Fueron escasas las manifestaciones desde el gobierno. El canciller Faurie arriesgó que el candidato brasileño tiene “preocupación por una estrecha relación” con los socios de Mercosur y más o menos trató de decir que no todo lo que Bolsonaro ha expresado lo llevará a la práctica. Su antecesora Susana Malcorra dijo en cambio que le preocupaban algunas definiciones de Bolsonaro sobre el Mercosur, el espacio de interacción de las dos economías.

Pero la definición más interesante fue la del ministro de Producción Dante Sica, acaso quien mejor conoce la relación económica entre los dos países. Sica, fundador de la consultora Abeceb y quien ha sido condecorado con la Orden de Río Branco, la máxima distinción que otorga el gobierno brasileño, pareció hacer una apuesta a la gestión de Bolsonaro. El lunes, durante un foro en Madrid y en una declaración que pasó desapercibida aquí, sostuvo que su casi segura victoria permitirá que la economía de Brasil se recupere rápidamente, después de años de estancamiento. “Si las políticas que viene anunciando se confirman (…) pensamos que va a dar la estabilidad que Brasil estaba necesitando y va a hacer que la economía empiece a tomar velocidad”, dijo el ministro. Sica repitió allí la fórmula que impuso hace tiempo y que ya es de rigor en el análisis de la relación entre los dos países: por cada punto que crece Brasil, Argentina crece un cuarto de punto.

Si sigue la tradición, el primer viaje al exterior del próximo presidente brasileño será a la Argentina. Podríamos verlo pronto.

¿Inaugura un nuevo tipo de liderazgos en la región? ¿Abre una etapa de relativización de los valores de la democracia y el Estado de derecho en América Latina?

La definición más interesante fue la del ministro de Producción Dante Sica, acaso quien mejor conoce la relación económica entre los dos países. Pasó desapercibida.

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¿Inaugura un nuevo tipo de liderazgos en la región? ¿Abre una etapa de relativización de los valores de la democracia y el Estado de derecho en América Latina?
La definición más interesante fue la del ministro de Producción Dante Sica, acaso quien mejor conoce la relación económica entre los dos países. Pasó desapercibida.

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