Ella, él, nosotros

Los primeros tuits son una ráfaga de viento que te sacude, un poema, un grito: “Me viene naciendo un hijo de 12 años en el lugar exacto en donde antes estuvo 12 años mi hija”.

La cuenta pertenece a un tal MauroEnConstrucción, quien dio su permiso para ser parte de esta crónica. Serán muchos los tuits en los que irá contando, pero también informando y concientizando sobre la problemática de género, sobre su hija que ahora es su hijo y el camino que comienzan a recorrer.

“Me educo, por supuesto. Con videos de YouTube, charlas TED (…) y demás. Y sigo sin tener idea de cuán difícil va a ser su vida. Por supuesto, la vida es complicada para todos”.

Yo pienso en el padre más que en el hijo. En el duelo que estará pasando y que tal vez ni se permita vivir. ¿A qué rincón de la memoria se envía a hija que deja de estar en el lugar donde ahora está el hijo? Pienso, también, en todos los otros “hijos de Mauro” que tantos otros padres deben aprender a conocer cuando creían que ya los conocían. Y pienso… ¿dónde estaban todos estos hijos cuando no había lugar en la sociedad para ellos, y se sucedían los siglos y ellas y ellos no podían ser quienes deseaban ser?

Vivían la vida que les tocaba y se callaban. O estaban ocultos, claro, encerrados, internados, dopados, muertos. Qué bueno, entonces, vivir en este tiempo en que hay Mauros que pueden contar sus historias y chicos y chicas que la viven, sin importar ninguna otra cosa.

¿La sociedad estará lista para aceptarlos, ahora? Pues debe. Es una obligación. No discriminar a nadie por sus decisiones personales. Ni siquiera debería hacer falta escribirlo. Pero entonces Mauro nos recuerda que lleva tiempo, que los demás deben hacer su esfuerzo:

“Y mientras tanto, mi hijo vuelve de la escuela con bronca porque sus amigos (que también tienen 12) no hacen el esfuerzo de nombrarlo ‘él’”.

Por supuesto que el hijo de Mauro no podrá solo con esto. Hay familia, escuela, equipos especializados y Estado involucrados. Y no hay que olvidar a esos otros chicos a quienes les cuesta cambiar el pronombre y que también tienen doce años. Están batallando con sus propias crisis, hay que acompañarlos, guiarlos. ¿Cómo entra el hijo de Mauro en este sistema? El padre lo cuenta:

“Reunión con la escuela. Leyeron la Ley, bibliografía, las disposiciones de educación. Nos dicen que es el primer estudiante trans que tienen. Con suerte, lo que todos aprendamos le servirá a los próximos. El director dice: el género no es un valor, y a nosotros nos importan los valores. No opinamos sobre el género, no nos concierne. Genio”.

A medida que uno continúa leyendo se da cuenta de que ese nombre que eligió Mauro para su cuenta en Twitter no es casual. Todo él se está construyendo. Y junto a él la idea de familia, de género, esa hija reconstruida en hijo. Todo es un incesante tirar abajo y levantar algo nuevo, mutar.

Pero luego de la escuela y otras instituciones, en donde uno exige que se cumplan las leyes, hay que ver qué sucede en la casa: “Mientras tanto, en casa estamos peleando con la costumbre para llamarlo por su nombre de varón. Venimos perdiendo, obvio”.

Una vez, en un estudio de neurología, leí que los nombres de los hijos se almacenan en el mismo lugar del cerebro y bajo la misma etiqueta. Por eso los padres muchas veces llamamos a uno con el nombre del otro, y ellos se enojan pensando que los queremos menos. Y es justo lo contrario: por quererlos a todos es que los nombres se nos mezclan. ¿Bajo qué etiqueta habrá quedado el nombre femenino del hijo de Mauro? ¿Y cómo harán para dejar de usarlo, que no es lo mismo que olvidarlo?

“Es más fácil cuando nos dirigimos a él directamente que cuando lo nombramos entre nosotros. Él se nombra como varón cuando habla de su infancia. Para nosotros es imposible cambiar los recuerdos retroactivamente. Negociemos”.

“Hace unos meses, hablando del tema del nombre de varón, la madre y yo estuvimos un rato discutiendo nombres alternativos porque no nos convencía el que él había elegido. En un momento él frenó la discusión y dijo: si tengo que cambiar el nombre para que me acepten es un esfuerzo que puedo hacer. Todavía se me hunde el pecho de acordarme de ese momento. Recién ahí entendimos que esto iba en serio”.

El hilo sigue, vale la pena buscarlo y leerlo completo. En diferentes tuits Mauro cuenta sobre la relación con los profesionales, sobre las decisiones que deben tomar. Y dice, y esto nos cabe a todos:

“Obvio que podemos estar equivocados, es algo que nos planteamos a diario. Obvio que seguro hay cosas en las que le estamos pifiando también. De eso se trata ser padre, de improvisar fingiendo estar seguro. Ponele”.

Sí, de eso se trata ser padre. Y vivir se trata de aceptar los cambios, de ponerle el cuerpo a lo que llega y golpea, de entender y avanzar.

Y hay que ver qué sucede en la casa: “Mientras tanto, en casa estamos peleando con la costumbre para llamarlo por su nombre de varón. Venimos perdiendo, obvio”.

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Y hay que ver qué sucede en la casa: “Mientras tanto, en casa estamos peleando con la costumbre para llamarlo por su nombre de varón. Venimos perdiendo, obvio”.

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