Europa contiene el aluvión migratorio desde África

La información recientemente publicada por las Naciones Unidas acerca del enorme flujo de migrantes que, desde África, procura incesantemente poder ingresar a la Unión Europea sugiere que se están produciendo algunos cambios, quizás no defnitivos, en el mismo.

En el mes de agosto de este año llegaron a Europa unos 121.000 migrantes provenientes del norte del Continente Negro. Esto es algo menos de la mitad de los que llegaran en el mismo mes el año pasado, unas 273.000 personas.

Desde el 9 de agosto pasado, por lo demás, nadie se ahogó en el intento. Gracias a Dios y al número menor de intentonas. Lo que no nos debe hacer olvidar que, sólo en lo que va del año, unas 2.400 personas murieron en el mar cuando viajaban en naves precarias hacia su sueño europeo.

Para algunos, esto se debe al aumento del patrullaje de las aguas en el que colabora una rara guardia costera libia que coordina su acción con las del gobierno italiano, así como algunas de las varias milicias irregulares que actúan también en ese colapsado país y, además, al mejor control de las fronteras de Níger, el mayor país de tránsito.

Los grupos paramilitares de milicianos libios armados que lucraban inmensamente con el tráfico de personas, ahora venden sus servicios para frenarlo. Cambiaron de patrón, pero no de negocio.

Italia, coincidiendo con lo señalado, apunta que -a estar a sus cifras- este año 2017 el flujo migratorio que nos ocupa es de sólo la quinta parte del que existiera el año pasado y en los dos años anteriores al pasado. Todo un cambio.

Los líderes europeos están atacando este problema con una creciente política cooperación con los líderes de Níger, Libia y del Chad.

Se está acelerando ahora el esfuerzo por incentivar el desarrollo africano, generando oportunidades en los lugares que expulsan población, de modo de tratar de reducir la desesperación de aquellos que no ven otra oportunidad de escapar del hambre y de la violencia domésticos que ir hacia Europa. Esto es positivo, ciertamente.

El tema no es ni sencillo, ni uniforme. Es dinámico y por esa razón bien difícil de enfrentar. Y hay, para quienes escapan del horror, alternativas disponibles que son más difíciles de controlar, como son el tránsito a través de Turquía, o Grecia, o de España misma.

Prueba de ello es que, en el pasado mes de agosto, mientras el flujo de migrantes africanos disminuía en Italia, aumentaba nada menos que al triple en España.

El tema sigue vigente y urgente a la vez. Para Europa es una verdadera pesadilla, desde que los recursos para enfrentarlo son siempre escasos, pese a que una tímida reactivación económica pareciera ahora estar dejando lentamente atrás un largo período europeo signado por un ambiente recesivo que hacía ciertamente las cosas aún más difíciles de enfrentar.

* Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.


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