Feminismo: horizonte de sucesos

Admiremos el universo en todo su esplendor. Lo que conocemos y lo que no. Allí hay claves para entender la complejidad del amor, del feminismo, del poder. La astronomía no es un campo de estudio fácil. Igualmente intento interesarme. Es así que desde hace un tiempo sigo en Twitter a un astrónomo que hace mucho más accesible este tipo de saberes, con un apasionamiento y una didáctica genial. Estrellas, la redondez de la tierra, los planetas y su fascinación por las nebulosas. Sus hilos son sumamente educativos, una oda a una de las características del conocimiento científico: comunicable a través del lenguaje. También los agujeros negros son un tema recurrente en sus hilos de Twitter y en los posteos de su blog Astrobitácora. En la lectura sobre los agujeros negros fue que apareció este concepto que no pude dejar de asociar con el movimiento feminista.

Dicen que las señales que nos permiten reflexionar pueden provenir de cualquier cosa, en cualquier momento y que nos abren una puerta de la que aparece alguna clave, es decir, el camino hacia una pista sobre lo que indagamos, eso que nos quita el sueño y que queremos dilucidar.

Según Alex Riveiro, “el agujero negro tiene una región que conocemos como el horizonte de sucesos que indica el punto a partir del que nada puede escapar de la atracción gravitacional que ejerce el agujero negro. No sabemos qué pasa más allá de ese punto. No podemos verlo. Aunque sí tenemos alguna idea sobre lo que sucede en su interior. Pasan cosas muy raras (…)”.

El punto a partir del cual nada puede escapar de la atracción: del devenir histórico, en nuestro caso. Es impresionante lo fuerte y resonante de esta frase. Y pienso que políticamente, el feminismo representa hoy el horizonte de sucesos de nuestra época y para la historia venidera. No como límite sino en realidad como vehículo o puente de transformación; la transformación del legado es decir, de un ataque directo a la estructura desigual, pero con el adicional de la mirada hacia el futuro más próximo, algo que ningún otro movimiento político ha logrado.

Un devenir que se torna inevitable y, nuestro agujero es la historia repleta de cosas “raras”: todo aquello que va por fuera de la hegemonía cultural occidental cristiana y que aparece resistido con un nivel de violencia espeluznante y desde una banalización que roza lo bizarro y que denota la imposibilidad de cierta parte de la sociedad de profundizar en casi nada en nombre de la “opinión” y del “tengo derecho a pensar distinto”. Sobre todo teniendo en cuenta que esas opiniones simplemente se fabrican en base a memes de fuente desconocida pero de una viralidad tremenda.

Todo el estudio, la construcción del conocimiento en base a métodos científicos, carecen de posibilidades de ese tipo de difusión y anclaje en gran parte de las masas que habitan las redes sociales y que allí interactúan desde la comodidad de los hogares y el anonimato, lo cual además les brinda impunidad.

La doxa termina siendo intolerante, violenta y prejuiciosa porque en definitiva, no es una opinión más: pretende constituirse como la verdad. Pueden observar, como ejemplo de esto, la movida antiderechos en el caso del proyecto de ley sobre interrupción voluntaria del embarazo en Argentina.

Y en el agujero claro que pasan cosas “raras”. Mujeres que no se depilan más y las que se depilan íntegras, mujeres que priorizan su carrera profesional antes que a la familia, mujeres que se arrepienten de haber sido madres, varones que cuestionan sus privilegios de género y que intentan algún tipo de deconstrucción, el poliamor, la pansexualidad o la demisexualidad, el lenguaje inclusivo, niñes (sic) trans, tetas en una marcha –y no en Tinelli-, adolescentes politizadas y sumadas a la lucha feminista, ídolos y artistas desenmascarados por mujeres que ya no callan…

La lista es larga y está poniendo de los pelos a mucha gente. Gente que se piensa con la autoridad como para juzgar que la sociedad no está preparada para este tipo de alternidades y de realidades por fin visibilizadas, en una clara proyección de su propia rigidez mental y cultural y desde un lugar pseudo ideológico con pretensiones de dominación y de validez.

Lo que más ha enervado a esta parte de la sociedad es la lucha de la que se enteraron recientemente pero que tiene treinta años en la Argentina: el aborto legal, seguro y gratuito y con él, el derecho a decidir en cuanto al mandato más potente de nuestra historia: la maternidad. Otra forma de amor que requiere ser politizada y en su politización, desarmar hasta lo último de las creencias que fundan este ideal y su correspondiente vínculo. Bienvenides (sic) al horizonte de sucesos.

* Mg. Politóloga feminista.


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