Fin de fiesta: ahora el gran dilema

El final de la Copa Libertadores entre River y Boca se definirá en España, se frustró lo que de ella se esperaba que fuera: una fiesta y un espectáculo que nos permitiera un paréntesis dentro de la depresión anímica en que estamos inmersos los argentinos. Sólo podemos contabilizar los bochornos y escandalosos hechos de violencia acontecidos que sólo nos mostraron y demostraron el nivel de agresividad, conflictividad y corrupción que domina el fútbol argentino y parte de nuestra sociedad, al igual que la inoperancia e incapacidad de las fuerzas de seguridad, y una Justicia que nada ve.

El G20 llegó a su fin, se aventaron fundados temores, las medidas de seguridad fueron acertadas y tan eficaces que permitieron darle brillo al acontecimiento, desfilaron por Buenos Aires las personalidades más poderosas del mundo. Por su parte el presidente Macri logró la tan ambicionada y necesaria postal que oxigena su alicaída imagen.

El espectáculo y la emoción finalizaron, el humo se disipa y ahora queda sólo el vacío de la realidad, la vida continúa y los graves problemas que nos agobian, circunstancialmente anestesiados, hoy se reactivan y agolpan con premura imponiéndonos soluciones que por impericia no se supieron atender.

Paralelamente comenzó la puja electoral. Los gobiernos tanto nacional como provinciales se encuentran sumergidos en el gran dilema de cómo hacer las elecciones del año próximo, unos la quieren adelantadas y desdobladas de las presidenciales, como los intendentes de Buenos Aires y algunos gobernadores con el propósito de despegarse de Cristina Kirchner, a quien aborrecen; y otros por el temor al arrastre de votos por parte de ella en contra de Macri que les haga perder la elección.

Vergonzoso y patético. Sólo están pensando en su conveniencia personal cuando debieran gobernar. Debemos terminar con las reelecciones indefinidas, dos periodos es suficiente. Muchísimos gobernadores, intendentes y políticos son un fraude, antes de irse a sus casas deberían pasar por los juzgados penales, al igual que ciertos jueces, gremialistas y empresarios.

Basta de lo mismo, basta del “viva la pepa”, “viva el soborno”, “viva la coima”, “viva la corrupción”, que pareciera ser nuestra identidad. En nosotros está el cambio: si bien somos la mayoría silenciosa, tenemos el deber de hacer oír nuestra positiva voz de sensatez.

La gran paradoja es que los dos candidatos con mayores posibilidades de ser electos resulten ser la expresidenta, sobre quien pesan juicios y denuncias por corrupción, y un presidente que, aunque verbalmente exprese lo contrario, en los hechos sólo puede exhibir promesas incumplidas y mala gestión. Aquí hay corresponsabilidades de todos los argentinos, que confundimos el funcionamiento de la administración de la cosa pública con la mala praxis y el lucro personal, ambos siempre despojados de principios éticos y morales.

Llevamos más de una década de derrumbe económico, que potenció involuntariamente por impericia la administración Macri. Se intensificó la pobreza y el crecimiento de los desocupados, es incontrolable la inflación, se multiplicaron las quiebras de las pymes, se agravó el derrumbe de las economías regionales, se institucionalizó el olvido de los jubilados, se abandonó la educación, continuó incontrolada la inseguridad y persiste la voracidad del Estado en apropiarse del trabajo mediante un sistema tributario confiscatorio. Una legislación laboral que ni siquiera se insinuó su aggiornamiento para ser competitivos a nivel internacional y un endeudamiento externo a niveles que nos ponen nuevamente ante un eventual default.

Hace tres años que se invoca al liberalismo para definir el accionar económico de la administración Macri. Tremenda falacia, sólo es populismo vestido de traje sin corbata y buenos modales, pero definitivamente es la continuación sin rumbo de la política económica del gobierno de Cristina Kirchner. Ninguna de las necesarias y urgentes medidas estructurales se tomaron o se insinuaron. El valiente camino de manos limpias que encaró la Justicia es a imitar.

En la elección del 2015 los tres candidatos, Macri, Scioli y Massa, sólo expresaron ambigüedades, nunca expusieron plan alguno de gobierno. La gravedad de lo acontecido durante el kirchnerismo y esta administración nos impone la obligación de exigir a quienes pretendan conducir al país por los próximos cuatro años que den a conocer en detalle y expliciten cuál es su programa de gobierno en todas la áreas, no debemos aceptar atajos en este aspecto, de lo contrario continuaremos indefectiblemente transitando el camino a la desintegración social y al ostracismo como nación.

Reaccionemos, aceptar mansamente esta desgraciada realidad es una indignidad. La resignación es la derrota, tengamos presente que los triunfadores del futuro son los que pelean, recordemos a los ganadores y personifiquemos a San Martín, quien en uno de sus momentos más difíciles decía “para los hombres de coraje se hicieron las empresas”. Entonces, como decía Ortega y Gasset, “Argentinos a las cosas… a las cosas”.

*Presidente del Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales (Iader)

Hace tres años que se invoca al liberalismo para definir el accionar económico de Macri. Tremenda falacia, sólo es populismo vestido de traje sin corbata y buenos modales.

Diego Lo Tártaro

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Hace tres años que se invoca al liberalismo para definir el accionar económico de Macri. Tremenda falacia, sólo es populismo vestido de traje sin corbata y buenos modales.

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