La agenda negativa

El kirchnerismo y el Frente Renovador insistirán el miércoles con el llamado a una sesión especial en la Cámara de Diputados para tratar media docena de proyectos que bloquean los últimos aumentos en las tarifas de los servicios públicos. En líneas generales, proponen desde retrotraer a diciembre el valor de luz, gas y agua hasta eliminar la carga impositiva en las boletas y ajustar la tarifa según la evolución de los salarios. La semana pasada la oposición estuvo a un diputado de reunir los 129 necesarios para abrir el debate. Algunos confían en que esta vez los tendrán.

Un día antes, la oposición intentará obtener dictamen durante un plenario de comisiones de Obras Públicas y Defensa del Consumidor. Un dictamen le permitiría sancionar alguna de las iniciativas en el recinto por mayoría simple. El oficialismo rechazó sumar al plenario a la comisión de Presupuesto, con lo que el tratamiento podría demorarse una semana por cuestiones reglamentarias. En ese caso, la oposición deberá tener mayoría calificada. Imposible.

Hay otros dos proyectos girados a las comisiones de Energía y Presupuesto del Senado –de Miguel Pichetto y Cristina Kirchner– que también se moverán en las próximas semanas. Pero la suerte de la ofensiva parlamentaria contra las tarifas de la energía sigue siendo un albur. Es curioso: todo el mundo sabe que la propuesta que consensuó el gobierno con sus aliados para financiar el aumento del gas en cuotas con intereses implica postergar el problema y, para los usuarios que accedan al programa, nominalmente pagar más.

Bajo cualquier gobierno, los ajustes en las tarifas de los servicios públicos suelen tener una singularidad: su anuncio provoca un rechazo que va perdiendo intensidad con el paso de los días. También con Macri, que ha encarado la difícil tarea de corregir precios relativos. Los incrementos y el rechazo son mayores, pero los aumentos hasta ahora han seguido su curso aun cuando intervino la Justicia. La cuestión depende otra vez de cómo será asimilada socialmente esta nueva instancia. Y si el reclamo que se vio esta semana en las calles se masifica cuando empiecen a llegar las boletas de los servicios. A esta saga está atenta la oposición.

Los días, entonces, podrían darle o no la razón a la diputada Elisa Carrió, quien propició un debate al interior de Cambiemos sobre el costo social de ajuste y arrastró con ella a los socios radicales y la oposición. Una apuesta de riesgo contra dos de los fundamentos de la estrategia económica –las reducciones de los subsidios a la energía y del déficit fiscal– que por poco no le cuesta una crisis a la alianza de gobierno. Sin embargo el oficialismo reivindica hoy la fortaleza de su alianza en el intercambio de ideas e incluso en el disenso interno. Casi una lección de democracia partidaria. Hay cosas que reconocer en Carrió y una de ellas es su capacidad para generar expectativas donde no hay nada. Un gen kirchnerista perdido.

Aunque el presidente Macri impulsó una agenda social en su mensaje de apertura de sesiones del Congreso, el gobierno no consigue despegar del capítulo que abrió en diciembre cuando modificó las metas de inflación. Fue un tributo a la consigna de Macri que propone hablar con la verdad a cualquier costo. Pero abrió un agenda negativa. Junto con el cambio de metas, la jefatura de Gabinete forzó una baja de tasas que a la vez impulsó al dólar, mientras aceleraba el plan de recomposición de las tarifas de transporte y energía. El mercado aumentó las expectativas de inflación y ya superan la barrera del 20%, según el relevamiento del Banco Central. Son cinco puntos por encima del 15 fijado por el gobierno. La misma distancia que había en diciembre antes de la corrección.

Hasta el momento, la única utilidad del cambio de metas ha sido fijar un techo a la discusión por los salarios, para muchos analistas la principal ancla inflacionaria. Con una perspectiva de 9% de inflación para los primeros cuatro meses del año, ni eso es seguro.

“Todo esto va a gravitar en el proceso electoral. El peronismo está en crisis y no será fácil construir una alternativa, pero no sé si está sellada la reelección de Macri en el 2019”, advierte un senador peronista, influyente y de diálogo franco con el gobierno. Faltan 18 meses para saberlo.


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