La economía argentina, suma de errores

La economía argentina es sinónimo de errores. A lo largo de las últimas décadas los errores se han ido sucediendo un gobierno tras otro, dentro de una sociedad que se fue adaptando a vivir en la inestabilidad y de crisis en crisis.

Si uno observa por internet actualmente algún extracto de programas periodísticos de principios de los 70, el debate y las discusiones de los temas son prácticamente iguales a los que se pueden observar hoy en los programas de televisión o en los informativos sobre la actualidad.

Escalada de la inflación, déficit fiscal, escaso nivel de las exportaciones, inestabilidad del tipo de cambio, la locura por el dólar y las tasas de interés son todos elementos que conforman crisis tras crisis desde hace más de 40 años.

La vida de un ser humano, sin dudas, no es tan larga como para soportar tanta debacle económica que se va repitiendo en nuestro país.

Y en estas crisis han entrado todos los partidos políticos que gobernaron la Argentina, tanto peronistas como radicales, como “alianzas” como la que ganó en 1999 o la actual Cambiemos.

Uno podría reflexionar mucho con relación a nuestra sociedad y sus debilidades, pero sin dudas la clase política y dirigente de nuestro país ha ido involucionando.

El común denominador de todas las crisis, si se observa con una visión meramente política, es la exclusiva preocupación de los políticos por las famosas “próximas elecciones” y como “mantener la hegemonía del poder”, siempre con la mirada del corto plazo y no pensando en el mediano y largo para que el país, de a poco, vaya encaminándose a un horizonte más sólido y sustentable en el tiempo.

El camino fácil, en definitiva, siempre fue la tentación del populismo. Generar condiciones “momentáneas” para un supuesto bienestar, claro, hasta la próxima crisis.

“Que se encargue el próximo que venga”, una frase que se escuchó mucho en la vulgaridad de la política argentina de los 70 y 80.

Incluso, en la tragedia nacional de lo que fue la última dictadura militar, en el plano económico también tuvo hegemonía el corto plazo con el claro objetivo de los militares de mantenerse en el poder, pero la inflación y el problema de la deuda volaron por los aires y se inventó “la gesta de Malvinas” para buscar una permanencia que era imposible de sostener.

Volvió la democracia y los errores continuaron. Déficit fiscal, emisión monetaria descontrolada, deuda pública por las nubes, carrera dólar-tasas y, mientras tanto, las condiciones de vida del país se siguieron cayendo año tras año.

Algunos “veranitos” como la convertibilidad, que culminó en la peor crisis económica de la historia contemporánea del país, o mismo el comienzo de la gestión kirchnerista, cuando de la mano de un valor récord de la soja y sin pagar la deuda se pensó que la plata sobraba, hasta que también el país se pegó la cabeza contra la pared.

Y la última experiencia ha sido el “gradualismo” de Cambiemos que apenas duró hasta que Estados Unidos dijo “no va más” y decidió empezar a subir las tasas de interés.

De allí es que uno puede ver que Argentina a lo largo de estas últimas décadas vivió de prestado en gran medida, con una deuda que subió tantas veces como las posteriores exigencias de reprogramación, canjes y penoso default decretaron la realidad más cruda.

Es muy difícil que un país pueda salir adelante en esta constante inestabilidad.

Quizás a partir este difícil y el durísimo 2018 puedan quedar enseñanzas hacia delante.

Tener una economía en desarrollo para generar empleo y mejora del poder adquisitivo y del consumo de la población va de la mano de mantener un orden estricto en las cuentas públicas, la emisión monetaria, inflación controlada, menor presión tributaria sobre los sectores productivos, estabilidad cambiaria y tasas de interés accesibles para que la gente pueda desarrollarse y cumplir sus proyectos, para que los inversores, tanto locales y extranjeros, puedan confiar.

En definitiva, ser como algunas naciones de la región, sin tener que mirar siempre al Primer Mundo.

La sociedad argentina se lo merece, sería bueno que la clase dirigente le diera esa oportunidad al país para que en los próximos años esta nación sea más estable y más previsible.


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