La región, teatro de la guerra comercial

Panorama nacional

En paralelo a la agenda que confeccionó como anfitrión del G20 y que incluyó el futuro del trabajo y el desarrollo sustentable, la Argentina se propuso otros objetivos, prioritarios: asegurarse una declaración final, cualquiera fuera su espesura y contenido; que no hubiera incidentes ni fallas de organización y, ante su inevitabilidad cada vez mayor, que los conflictos internacionales no escalaran. En el cierre de la cumbre ayer en Buenos Aires, los tres objetivos parecían cumplidos. No es un logro menor para un gobierno de un país de la periferia global como la Argentina, que atraviesa además un largo pasaje de grisura.

Con todo, si la dinámica que suele imprimir Donald Trump a las cosas se aplicara a sus intenciones sobre la región, habría que esperar que las tensiones entre Estados Unidos y China se manifiesten de manera más marcada en América Latina después de la cumbre. ¿Un nuevo teatro de operaciones de la guerra comercial?

La cumbre del G20 trajo por primera vez al presidente Trump a la región, quien no tuvo inconvenientes para complicar las relaciones de su amigo Macri con China después del encuentro que mantuvieron la mañana del viernes en la Casa Rosada. La vocera de Trump dijo que los presidentes se habían comprometido a hacer frente a la actividad económica “depredadora” de China en la región. Más tarde, una declaración de la Casa Blanca reafirmó la voluntad de los Estados Unidos de fortalecer los lazos con la región y aseguró que la expansión del comercio y las inversiones norteamericanas en América Latina harán retroceder las prácticas comerciales “desleales” y las conductas “predatorias” chinas. Ese mismo espíritu fue llevado al papel del renovado acuerdo del libre comercio que firmaron aquí Estados Unidos, México y Canadá: impide a sus miembros negociar con economías que no sean de libre mercado. El mundo aún no se ha puesto de acuerdo en si Beijing cumple con esa condición.

Cualquiera haya sido el resultado de la cena que compartía anoche en Buenos Aires con Xi Jinping –y todo indicaba que una serie de concesiones de China en materia de patentes haría que el resultado fuera positivo–, Trump ha puesto un límite a la expansión china en América Latina en el marco de una reconfiguración general de las relaciones con el gigante asiático. Como reclaman hace años los halcones republicanos, la región vuelve a ser una cuestión estratégica para la seguridad de EE. UU. Nunca antes había sido expresado de manera tan clara por esta administración norteamericana.

La declaración que incomoda a Macri compromete la reunión que tendrá hoy el presidente con Xi, que completa una visita oficial a la Argentina. Pero el compromiso puede extenderse a Brasil: la principal economía latinoamericana tiene en China su primer socio comercial. Jair Bolsonaro ha hecho campaña denunciando que China “está comprando Brasil”. Pero aún no está claro qué vínculo proyecta con Beijing. El jueves el presidente electo recibió la visita en Barra da Tijuca de John Bolton, asesor de seguridad nacional de Trump.

Los planes de Trump significan un primer obstáculo en el largo proceso de “surgimiento pacífico” como potencia global iniciado por China, un recorrido que guarda muchas semejanzas con la propia emergencia de EE. UU. a comienzos del siglo XX. Como entonces Washington, Beijing buscó involucrarse con el mundo a través de una economía con altos niveles de protección y permanecer lejos de los juegos de equilibrio de poder. Con Trump ese recorrido es incierto.

Para la Argentina, la cumbre del G20 completa el proceso de “reinserción inteligente” en el mundo iniciado por Macri a su llegada al gobierno. Como ha dicho el presidente, representa un gesto de apoyo y reconocimiento al ensayo de una diagonal de salida al populismo. Pero el G20 en Buenos Aires también es una confirmación de que el mundo donde ha regresado la Argentina no es el mismo que se había configurado el presidente. Aún es una incógnita qué forma tendrá.

Si la dinámica que suele imprimir Trump se aplicara a la región, habría que esperar que la tensión con China se manifieste de manera cada vez más marcada en América Latina.

Los planes de Trump son un obstáculo en el largo proceso de “surgimiento pacífico” de China como potencia global, que guarda semejanzas con la emergencia de EE. UU.

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Si la dinámica que suele imprimir Trump se aplicara a la región, habría que esperar que la tensión con China se manifieste de manera cada vez más marcada en América Latina.
Los planes de Trump son un obstáculo en el largo proceso de “surgimiento pacífico” de China como potencia global, que guarda semejanzas con la emergencia de EE. UU.

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