Las falsas investigaciones

Interesante artículo publicado en la sección Opinión de la edición del 07 de julio del corriente año. Su autor, Ivan Couronne, señala un concepto marcador de lo que sucede no sólo en el campo de la medicina sino también en nuestras vidas cotidianas: las falsas investigaciones publicadas y el ocultamiento sistematizado de la verdad.

Se puede ejemplificar esto con lo ocurrido allá por los años 1830 en Viena. Ignác Semmelweis (1818-1865) logró disminuir la mortalidad de mujeres parturientas que ocurrían en un hospital de su ciudad. La historia cuenta que en dicho hospital las muertes por infecciones pos parto en uno de sus pabellones eran muy altas. Dichas parturientas eran atendidas por médicos y estudiantes de medicina. No pasaba lo mismo en otro pabellón de parturientas, donde las mujeres eran atendidas por parteras o matronas. Las diferencias en la mortalidad eran sustanciales en contra del pabellón atendido por médicos.

Con el solo hecho de observar lo que sucedía, Semmelweis, se percató que los mismos médicos que realizaban los partos hacían las autopsias de las mujeres fallecidas (exploraban sus cadáveres para estudiar los motivos del fallecimiento), algo que no hacían las matronas. Observando esta diferencia asoció que el problema se originaba por algo tóxico (aún se desconocía la existencia de bacterias) que los médicos llevaban con sus manos desde los cadáveres a las mujeres sanas cuando las examinaban en el pabellón. Aún desconociendo el origen del problema, decidió normatizar el lavado de manos luego de cada autopsia y antes de hacer el examen manual a las parturientas. Una maniobra fácil, rápida y sencilla (y de bajo costo).

La mortalidad descendió en forma espectacular. Apareció un conocimiento nuevo (que no se podía explicar por desconocerse los principios de la infectología), que salvó vidas, y que aún se utiliza, no sólo en la medicina sino en la vida diaria.

Los jefes de Semmelweis (las autoridades del hospital) no aceptaron este procedimiento por la poca argumentación que lo sustentaba y, además, los propios colegas resistentes al cambio y sobre todo a incorporar una maniobra más a sus tantas diarias, dejaron de lavarse sus manos. La mortalidad nuevamente aumentó, olvidándose rápidamente esta novedosa y saludable práctica.

Este ejemplo no es un caso de falsa investigación, aunque al no poder explicar lo sucedido podría interpretarse de esa manera; no fue una investigación desarrollada con método científico; fue algo observacional cuyos resultados espectaculares no fueron tenidos en cuenta por motivos insostenibles. No se divulgó el conocimiento, se lo ocultó.

El método científico (discutido por muchos) intenta superar este ocultamiento. Conduce al investigador a generar conocimientos sin desviaciones sistematizadas de la verdad (sesgos). Es decir, que la investigación se realice con un reproducible; que conduzca a resultados que sean creíbles y los más cercanos a la verdad posible. Esto es lo que el autor citado intenta explicar en su artículo.

Por intereses espurios se publican muchos artículos que no dicen la verdad (sesgados), que con el objetivo de imponer una nueva tecnología (medicamentos, tratamientos, dietas, equipamientos, programas para sentirse mejor, bajar de peso, etc.), no cumplen con procesos de investigación adecuados, informando resultados provenientes de investigaciones que no respetan criterios de validez y que prometen solucionar problemas que muchas veces no existen (crean la necesidad de…).

¿Qué hacer desde nuestro hogar?, preguntarnos como se llegó a descubrir eso; quienes y de qué forma se llegó a ese resultado; si ya existe algo que cubra satisfactoriamente una necesidad; si realmente se necesita algo que lo reemplace; identificar si es algo nuevo o bien algo que no es nuevo, sólo mejorado (y con eso el precio se multiplica varias veces), etc… “Comprobado científicamente” hoy es un “latiguillo” para dar seriedad al tema, y como vimos, no significa que sea verdadero y efectivo. Dominar el impulso de consumir e investigar desde nuestro lugar la veracidad de lo publicado, sería lo adecuado.

En medicina es un poco más serio el problema. La mayoría de los artículos publicados, no poseen la validez necesaria para creer en sus resultados. Y los profesionales, en su mayoría, carecen de la habilidad y el tiempo necesarios para analizarlos.

Para tranquilidad el lector, desde hace muchos años existen organizaciones (en Argentina existen, aunque no son oficiales y difundidas) que analizan las publicaciones y nos alertan de los problemas de validez de las mismas. Es por esto que los artículos de difusión presentados por el autor citado son importantes para la población. Alertan de lo que está sucediendo.

Lo que se publica la mayoría de las veces no es verdad o por lo menos no logran un efecto importante para la salud y la calidad de vida, a pesar que se diga que fue “comprobado científicamente”.

* Doctor. Especialista en clínica Médica. Magíster en Educación

Por intereses espurios se publican muchos artículos que no dicen la verdad (sesgados), que con el objetivo de imponer una nueva tecnología (medicinas, tratamientos, equipos).

Datos

Por intereses espurios se publican muchos artículos que no dicen la verdad (sesgados), que con el objetivo de imponer una nueva tecnología (medicinas, tratamientos, equipos).

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios