Nueva Zelanda, sinónimo de All Blacks

Nueva Zelanda es un pequeño país de tan solo 4,5 millones de habitantes. Con colinas ondulantes, tierra fértil y clima húmedo, sus ciudades más importantes son Auckland y su capital Wellington. En su población se nota la presencia de distintas etnias. Basta pararse a observar en un semáforo para detectar un crisol de procedencias diferentes. Desde descendientes de europeos y de aborígenes de origen maorí, hasta una oleada incesante de inmigrantes de Asia, particularmente de India y de China, que han encontrado en estas islas trabajo y bienestar.

Por las calles de Auckland, la construcción de enormes edificios en seco están a la orden del día, mientras las cadenas de comida rápida americana compiten con restaurantes indios, chinos, tailandeses, pakistaníes, griegos e italianos. Los automovilistas conducen por la izquierda y en la intersección de avenidas importantes, los peatones cruzan en diagonal. El símbolo que identifica a la Nación no es un águila, ni un animal de porte sino el kiwi, un amigable ave de cuerpo redondo y pico prominente.

Entre sus hijos pródigos se encuentran el malogrado expiloto y constructor Buce Mc Laren y el realizador Peter Jackson quien hizo visible la geografía de su país en la trilogía de películas El señor de los Anillos.

En los verdes parques se practica cricket con atuendos blancos y en mucha menor medida el fútbol (soccer), pasando casi inadvertida para el ciudadano promedio la pérdida de la clasificación al Mundial en manos del Perú de Ricardo Gareca.

Sin embargo, el representativo más característico de esta tierra no proviene de la política, del arte ni de la ciencia, sino de su equipo nacional de rugby, los All Blacks.

Decir que provienen del deporte y no de la cultura sería una injusticia. Cultura y deporte, en este caso, se fusionan de una manera tan homogénea, que ambas terminan construyendo un todo. Los niños neozelandeses nacen con una pelota ovalada entre sus brazos, en las escuelas se practica el deporte desde la infancia y en las calles, negocios y estadios se sigue con atención todo lo vinculado con el rugby.

A metros del puerto de Auckland, sobre la avenida Queen Street hay tiendas montadas de la marca oficial, con todo el merchandising del equipo kiwi. Hasta la aerolínea de bandera guarda ciertos criterios estéticos de diseño vinculados con los hombres de negro.

El neozelandés es un pueblo educado y a pesar de la mixtura de origen de sus actuales habitantes, estos han logrado convivir en paz y ser eficientes, idéntico proceso que el atravesado por los All Blacks quienes en los integrantes de origen maorí, encontró la genética y el temple guerrero del que adolecían. De allí el arraigo y la identificación que un equipo deportivo ha logrado en su pueblo.

Más, existen algunas otras claves para comprender este fenómeno, que trasciende lo meramente deportivo para trasladarse a valores. En ello ha tenido fundamental importancia el aporte del exentrenador Graham Henry, quien ante una sequía de éxitos refundó la esencia con la que debía identificarse el equipo. Esta es: 1) Cero divismo: los jugadores tienen una vida normal, confundiéndose a menudo con la gente de a pie. 2) Los deportistas, aun los más reconocidos son quienes barren el vestuario. 3) La selección es mucho más que un equipo y representa a un pueblo y a un lugar. 4) El jugador recibe un legado y debe dejar su marca que mejore lo hecho hasta ese momento. 5) Todo neozelandés quiere ponerse esa camiseta y siente orgullo de pertenecer. 6) Fuerte autocrítica: Reparan más en las derrotas que en las victorias y en cómo corregir. 7) Entrega: cuando se ingresa a la selección, se le pregunta al atleta qué está dispuesto a ofrecer y también a sacrificar. 8) Convencimiento de quiénes son y por qué existen. 9) Entrenan y luego aplican, cómo jugar bajo presión. 10) El mejoramiento individual debe repercutir en el colectivo, algo de lo que hablaba también John Nash (Nobel 1994) en su teoría de los juegos.

Si a todo ello se le suma el resultado (76% de efectividad en partidos oficiales desde 1903, siendo uno de los equipos deportivos más exitosos de la historia) la ecuación es perfecta. La comunidad ha entendido que en lugar de confrontar, lo mejor es convivir y potenciarse.

El deporte se constituye así en un factor de cohesión, una referencia aglutinante que como un faro indica por dónde se debe ir. Como la hoja brillante que conducía en la noche a las tribus maoríes, cuando se encontraban perdidas. El mismo helecho de plata, que hoy llevan los All Blacks pegadas a su corazón.

(*) Abogado. Profesor Nacional de Educación Física. Docente universitario. angrimanmarcelo@gmail.com

Decir que provienen del deporte y no de la cultura sería una injusticia. Cultura y deporte se fusionan de una manera homogénea, y ambas terminan construyendo un todo.

Datos

Decir que provienen del deporte y no de la cultura sería una injusticia. Cultura y deporte se fusionan de una manera homogénea, y ambas terminan construyendo un todo.

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios