Todo cambia, pero tenemos a Messi

Hay nueva conducción en AFA, Sampaoli mete retoque táctico y se piensa en una Bombonera salvadora. La única verdad está en el césped, con Lío a la cabeza.

Argentina cambió conducción de AFA. Cambia ahora de estadio. Tuvo a tres técnicos. Y el último, Jorge Sampaoli, cambia ahora de la mañana a la noche de dibujo táctico y de nombres. Todo a sólo horas de uno de los partidos más tensos que jugará la Selección acaso en toda su historia. Es cierto, queda la última fecha contra Ecuador. Pero esta, porque Perú es rival directo, puede ser la que defina todo. Y, también es cierto, ya otras veces la Selección se clasificó de modo agónico. ¿Serán acaso los tiempos modernos que agrandan todo, el negocio incluido, y nos llevan a decir que el de hoy es uno de los partidos más nerviosos? ¿No jugó acaso la Argentina cinco finales de copas mundiales? ¿No tuvo acaso la Selección tantas tardes y noches de clásicos tremendos contra Brasil o Inglaterra, nuestros rivales favoritos? ¿Debuts mundialistas? ¿Copas América? ¿Qué nos lleva a decir entonces que el de hoy puede ser acaso más importante que todos aquellos otros?

Sucede que una eventual debacle sería batacazo mundial. Argentina es bicampeón mundial. Es último subcampeón. Y tiene a Messi. “Siento emoción por estar en un país… en una ciudad que escribió muchísimas de las páginas más emocionantes de la leyenda, del mito del fútbol”, dijo ayer Gianni Infantino, presidente de la FIFA. “Cuando uno viene a la Argentina –le siguió Alejandro Domínguez, titular de la Conmebol–, viene a la catedral del fútbol. Estamos en la tierra del Diego y del Lío, aquí es donde se hizo la huella digital de nuestro fútbol”. ¿Podrá acaso quedar afuera de Rusia ese país bicampeón, ese mito, esa catedral, esa huella digital? No inquieta la pregunta tanto como la posible respuesta: ¿por qué no?

Creíamos que, contra Venezuela, último de la serie, terminaría el sufrimiento. Creíamos luego que, tras el empate 1-1, llegarían los goles del triunfo. No fue así. ¿Por qué podría suceder algo distinto hoy? ¿Por La Bombonera? El cambio de estadio es un claro reflejo del miedo. Nos llenamos la Boca con la Superliga, la modernidad y el futuro Mundial 2030, pero, a la hora de los bifes, nos aferramos al viejo Coliseo de la Boca, a la jaula para que Perú sienta en su nuca a La 12 y acaso se le aflojen las piernas, igual que parecieron aflojársele a la selección en la última media hora de su empate contra Venezuela.

Ojalá que, más allá de los nuevos nombres sorpresivos que tendría el equipo, pueda destrabarse el bloqueo evidente que sufrió la Selección en el Monumental. Que Messi sienta juego asociado para liderar el desequilibrio. Ojalá gane el fútbol, y eso no excluye al corazón, porque el fútbol es calidad y corazón. Y cabeza. Si gana el fútbol, ni siquiera servirá sacralizar La Bombonera. Fue dicho al inicio, el proceso pareció hecho para no ir a Rusia. Pero hay juego y jugadores para revertir. Y ya lo dijo alguna vez Jorge Valdano: “En fútbol, podés hacer todo bien y te puede ir mal, y podés hacer todo mal y te puede ir bien”.


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