Comienzan los alegatos en una semana clave

En primera fila, Encarnación de Mulhall, presente.

Martín Brunella

RAWSON (AV).- Con los alegatos de los abogados querellantes en representación de los familiares de las víctimas de la Masacre de Trelew, los letrados Eduardo Hualpa y Carolina Varsky -que son aportados por el CELS- comienza hoy la etapa final del juicio contra cuatro marinos acusados por los 16 homicidios de presos políticos y tres intentos de asesinato con lesiones gravísimas y uno por el presunto encubrimiento de esos hechos, considerados delitos de lesa humanidad y acaecidos hace 40 años. Como desde principios de mayo, cuando comenzaron las audiencias, en la primera fila estará nuevamente Encarnación Díaz de Mulhall. La mujer, que el 4 de enero próximo cumplirá 84 años, fue protagonista de aquellos hechos. Mientras los presos políticos estuvieron en la Unidad Penal 6 de Rawson, Encarnación y su marido, el abogado Abel Mulhall -fallecido años atrás- fueron, junto a otros habitantes de la zona, integrantes de la Comisión de Apoyo y Solidaridad con los Presos Políticos. Detenidos por sus acciones políticas y sindicales unos doscientos militantes del ERP, FAR y Montoneros, entre otras agrupaciones, habían sido confinados a esta alejada cárcel, para mantenerlos aislados. Como los demás, ella fue designada apoderada, instituto que permitía a las autoridades tener identificados a quienes colaboraban con los internos del penal. “El 15 de agosto -día de la fuga- estaba cosiendo y me enteré por la radio. Mi marido fue hasta el Aeropuerto pero no lo dejaron pasar, ya había un cerco muy amplio”, recuerda Encarnación. Los recuerdos de la jornada del 22 de agosto, cuando fueron acribillados los 19 recapturados en aquel intento de huida, los tiene más borrosos. “Esos shocks emocionales provocan que uno olvide algunos detalles”, dice. Lo que no puede olvidar fue la sensación de “anonadamiento”. Asegura que “no lo podíamos creer, sabíamos de los riesgos de torturas que existían, ya que por algo habían violado el pacto de honor hecho ante la prensa y ante un juez para llevarlos a la base Almirante Zar, en lugar de trasladarlos de nuevo al Penal, pero nunca imaginamos tanto horror.” Casi dos meses más tarde, el 11 de octubre de aquel año, Encarnación, su marido y otros catorce integrantes del grupo de Teatro y de la comisión de Apoyo, fueron detenidos en operativos realizados de madrugada y trasladados en un avión Hércules a la cárcel de Devoto. “Nuestras detenciones, sumadas a los crímenes ocurridos el 22 de agosto, motivaron que el pueblo se reuniera en asambleas y explotara toda la bronca… Si no hubiera sido por eso, quién sabe qué hubiera sido de nosotros”, asegura la mujer. Hoy, atentamente como cada jornada de juicio, Encarnación escuchará los alegatos. “Tengo asistencia perfecta por el deber moral de estar presente acá. Es mi forma de homenajear a esa gente joven representativa de una generación entera que casi fue liquidada. Que se levantó contra las dictaduras, que querían una sociedad más libre, más justa, más sana. Más allá de si se comparte o no la lucha armada, ¿quién no comparte esos valores?”. Y concluye: “Yo ya voy a cumplir 84 años, han muerto muchos de los que conformamos aquella comisión. Tengo el deber moral de venir a dar testimonio. Por eso mi presencia aquí, cada día”.

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