Cómo cuatro británicos se convierten en terroristas suicidas

Actualizado a las 19:35

LONDRES (dpa) – Esta mañana a la hora punta en el metro de Londres, los pasajeros se enfrascaron más que nunca en la lectura de los periódicos. Los atentados terroristas ocurrieron hace justo una semana y en la primera página del «Times» y el «Sun» se puede ver una foto del terrorista suicida Mohammad Sidique Khan, de 30 años. Resulta llamativo cuánta gente mira la foto: carece de una mirada fanática, no tiene aspecto de talibán.

En la imagen se ve a un profesor en el aula con el lápiz en la mano, atento y como si escuchara de forma comprensiva. Khan era un ayudante de profesor para alumnos especialmente difíciles y era muy apreciado. En cierta ocasión incluso fue entrevistado por el «Times» y habló sobre cómo fomentar a niños desfavorecidos. Su madre política realiza numerosos trabajos de voluntariado y en reconocimiento fue recibida recientemente por la reina en el palacio de Buckingham. Su esposa está embarazada de su segundo hijo. También los otros terroristas, excepto uno, todos nacidos en Gran Bretaña en familias de origen paquistaní, no parecen lo que la opinión pública británica se ha imaginado.

Ahí esta el atractivo Shehzad Tanweer, de 22 años, un jugador entusiasta de cricket, cuya habitación está repleta de trofeos. El estricto padre, que se construyó su vida con su puesto de «Fish and Chip» (pescado y patatas fritas), conduce un Mercedes. Shehzad estaba «orgulloso de ser británico», dijo su tío. También Hasib Hussain, de 18 años, amaba el cricket y el fútbol. El cuarto, Ejaz Fiaz, es un traquilo padre de familia.

Vivía en una típica casa adosada inglesa de ladrillo rojo. Pero aunque todos parecían integrados, a algunos les llamaron la atención determinados cambios. De repente, Hasib Hussain dejó de ir a la escuela en jeans y camisetas y acudía con una vestimenta tradicional. De un día para otro ya no saludaba con «hi» (hola) y pasó a decir «Salam». Shehzad Tanweer se dejó barba, se la afeitó y luego se la volvió a dejar. Según su tío, «no podía decidir qué es lo que quería ser». Al parecer, el punto de inflexión tanto en Hasib como también en Shehzad fue el periodo de varios meses que pasaron en Pakistán.

«Yo creía que les habían hecho un lavado de cerebro», recuerda el primo de Hasib. Sin embargo, sus padres se habían alegrado. Antes del viaje había robado y era realmente rebelde, mientras que después parecía haber encontrado la paz interior necesaria. Según estimaciones de la policía, ambos visitaron escuelas en Pakistán que, según creen los expertos, son las sucesoras de los campos de entrenamiento afganos de Osama bin Laden: «Estos campamentos parecen hoy albergues juveniles», informó el «Times», tras conversar con una persona que asistió a ellos.

«Los organizadores ya no quieren instruir a guerreros que sepan disparar dormidos una Kalashnikov. Quieren formar su espíritu de manera de que los reclutas estén dispuestos entregar su vida por la causa», afirmó. En las últimas semanas antes de los atentados, los terroristas fueron instruidos desde fuera. La policía estima que alguien vinculado a Al Qaida les visitó y les explicó cómo manejar explosivos. ¿Qué pensarían cuando tenían sus mochilas cargadas de explosivos en el metro repleto de gente? El «Times» consultó al palestino Nasra Hassan, quien en cierta ocasión intentó volar un bus por los aires. «Cuando se aprieta el botón de la detonación, entonces se abre la puerta al paraíso», dijo. «Es el camino más corto hacia el cielo».

Notas asociadas: La imagen de un terrorista

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